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Channel: Carnaval – Sabores de Bolivia
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La Diablada de Oruro

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 El comandante de los ejércitos celestiales, San Miguel arcán-gel, conduce las tropas infernales a postrarse reverentes ante los pies de la Candelaria del Socavón.

La voz Diablada deriva del latín Diabo-lus = demonio: danza popular con disfraces de diablos muy difundida en el ámbito andino, en cuyo desenlace el comandante de los ejércitos celestiales, San Miguel arcángel, conduce las tropas infernales a postrarse reverentes ante los pies de la Candelaria del Socavón. La pieza tiene su origen, no como se cree en el ámbito colorido del carnaval de Oruro, sino a orillas de las apacibles aguas del Titicaca, en la ciudadela mística de Copa-cabana.Con clara reminiscencia de la lucha del bien y el mal en inicios de los tiempos, constituye una metáfora de la epopeya espiritual operada a inicios del siglo XVII en Copacabana -antaño conocida como “asiento del demonio” por tratarse del principal centro adoratorio o ceremonial de la idolatría en tiempos precolombinos- que es expulsado con todo su séquito infernal al instaurarse el cristianismo en el Lago Sagrado de los incas.

El antecedente más antiguo de la coreo-grafía se halla en el drama sacro del siglo XVI, posiblemente del mismo nombre, y variantes como el “Usca Paucar, auto sa-cramental del patrocinio de N. S. de Copa-cabana” (cuyo original se halla en la Biblio-teca de Lima) y otras similares, ocupán- dose del tema como catequesis para ganar la adhesión de los pobladores indígenas a la nueva fe, tal como lo muestran sendas obras de Calderón de la Barca y el Fénix de los Ingenios Lope de Vega, en plena Época de Oro de la literatura española.

El primero de ellos, en su obra “La auro-ra de Copacabana” considera al Santuario del Titicaca la capital espiritual del Nuevo Mundo, comparándola con la Ciudad Eter-na: “Pues como Roma siendo/ donde más vana tenía/ la gentilidad su trono,/ fue donde puso su silla/ triunfante la Iglesia; así/ donde más la idolatría/ reinaba, puso la fe…”

Por referencias de Ramos Gavilán, se sabe que la primera “entrada” folclórica en

América, se realizó durante la entroniza-ción de la Virgen de Copacabana, cuando a la voz de la fiesta distintas comunidades circunvecinas desfilaron delante de la pro-cesión, siendo la primera vez que las danzas nativas se ejecutaban “en conjun-to”, pues cual signo de identidad antes eran intransferibles e incompatibles con las de otras comunidades, barrera ésta que únicamente el impulso devocional lo-graría vencer.

Según Garcilaso, en tiempos prehispáni-cos la danza era una costumbre muy arrai-gada entre las poblaciones nativas, citan-do entre otros ejemplos la danza “los Incas”, en la cual participaban entre 200 o 300 hombres con ritmos pausados, graves y solemnes, que iban ganando tierra hasta llegar cerca donde estaba el Inca, diciendo al compás del baile cantares compuestos en loor del Inca presente y sus antepasa-dos…

Como resultado del choque entre cultu-ras, luego surgen expresiones de mestiza-je que perduran hasta hoy, en modalidades nuevas que incorporan máscaras y disfraz para satirizar en ve-lada protesta al conquista-dor. Entre ellas, la Diablada ridiculiza a las tropas napo-leónicas invasoras del rei-no de España, interpretan-do en ágiles ritmos su himno que hoy caracteriza a esa danza, el consabido “tan-taran-tan-tan, etc”.

Pero antes de ingresar a la temática del Carnaval, es conveniente destacar la popularidad que gozaban las fiestas de la Candelaria en la Villa Imperial como centro de riqueza de todo el Virreinato, donde los mentados festejos a la Pa-trona de la minería se pro-logaban durante todo un mes, concluyendo con el esperado desfile folclórico; pero en 1670 la Corona las suspendió definitivamente por atentar contra el trabajo de la Mita en los socavones del Cerro Rico.

Al coincidir la suspensión de la fiesta, con la aparición de los ricos yacimientos en Uro-Uro (hoy Oruro) que comenzaban a opacar a los de la Villa de Carlos V con costos más bajos en la producción, los prósperos empresarios orureños apadrina-ron la celebración extinta en Potosí, exten-diendo la fiesta desde el 2 de febrero hasta el sábado de Carnaval, cuando se realiza-ba la tan esperada entrada prolongada en su festejo por los feriados.

En la grandiosidad del Carnaval de Oru-ro, es donde entre las premuras del desfile folclórico el drama sacro deriva en los rit-mos ágiles y enérgicos que hoy identifican a la Diablada, habiendo perdido su significado evangelizador para ingresar de lleno en el ámbito del folclore, convertida en atracción central de la “obra maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Hu-manidad”.

Entre variantes que en la actualidad se observan, se puede mencionar que el número de diablos y ángeles antaño era el mismo; de las legiones celestiales hoy sólo interviene el arcángel San Miguel como figura central; en el caso de los animales que sobreviven -Ukumari, oso polar, cón-dor o monos- antaño representaban a los siete pecados capitales; del antiguo relato hoy solo se conservan breves fragmentos que se recitan antes de emprender la danza, etc.

Como dijimos, con aportes de conjuntos de música y baile del Carnaval de Oruro la

festividad del 2 de febrero descolla en Puno, prolongada en “la Octava” y una semana extra más de festejos. En 1967, observando la participación de esos asi-duos grupos desde dos décadas antes, el peruanísimo José María Arguedas presa-gia: “este desfile en los Campos Elíseos de París o en la 5ta. Avenida de Nueva York, causaría deslumbramiento y despertaría en los espectadores inquietudes jamás suscitadas antes en el corazón”

http://www.eldiario.net/noticias/2015/2015_02/nt150217/nuevoshorizontes.php?n=1&-la-diablada-de-oruro

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El Origen de la Fiesta Grande de los Cruceños

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El Carnaval nació a caballo, con polvos de colores y elegantes bailes de salón

Siglo y medio de cambios en el Carnaval cruceño. Desde la celebración elitista en los salones más exclusivos de la ciudad, hasta el corso diverso y lleno de fastuosidad que abre una celebración que dura cuatro días y que nadie ha podido detener

La diversión estaba en jugar con cascarones llenos de pintura de colores
Carnaval, carnaval de mis sueños, has ido cambiando como Santa Cruz. Agonizan las casas de espera, murió el Caballito, se fue Pan de Arroz. Ya no truena la banda de Zoilo, no hay mascaritas para apechugar. Es la letra de un taquirari que estrenó la comparsa Chirapas en 1999 y que fue escrito por Julio Kempff. Refleja las transformaciones que tuvo el Carnaval cruceño desde que se conoce de él en el siglo XIX.
El historiador Alcides Parejas escribió un ensayo sobre el Carnaval cruceño a través del tiempo. Explica que el primer registro fue de Alcides D’Orbigny, quien describía que los caballeros de la época salían los lunes a caballo, provistos de cascarones llenos de aguas y polvos de colores, que utilizaban para pintar a las mujeres y que la fiesta duraba hasta el martes, a orillas del río Piraí. De aquella época también data el famoso Correo, que va desapareciendo en estos tiempos, en el que se anunciaba, con sátira, el próximo carnaval.
Ya a principios del siglo XX, en 1910, el diario El Comercio hablaba de un Carnaval con comparsas respetuosas, con bailes de sociedad muy concurridos, especialmente los organizados por las comparsas los socialistas y los pilsener.  La fiesta era elitista, no cualquiera podía entrar a esas celebraciones. Poco antes, a fines del siglo XIX, la alta sociedad se escandalizaba por la aparición de un nuevo ritmo que bailaban los más jóvenes, llamado guachambé, el mismo que después se consolidó como el carnavalito, totalmente diferente a los ritmos formales de la alta sociedad.
Aun en los 50 del siglo pasado, el Carnaval se celebraba de día y de noche. Con la luz del sol las fiestas eran en las casas de recepción y en las noches eran los bailes de gran tono; esa característica desapareció en los años 60 cuando el diario El Progreso contaba que “la muchachada de la clase humilde recorre también las calles con su música típica”.
Según el estudio de Alcides Parejas, la fiesta grande nació con características urbanas y sin rasgos folclóricos; careció de máscaras lo que le da un sello exhibicionista, pues a los carnavaleros les gusta mostrarse. La celebración también nació machista, ya que los que se divertían eran hombres, y las mujeres eran relegadas como objeto estético y sensual.
El corso
Las cabalgatas del siglo XIX fueron el antecedente del corso que, en la primera mitad del siglo XX, consistía en el paso de la reina en un carro alegórico, seguida por las comparsas uniformadas que bailaban al ritmo de la banda. Alcides Parejas menciona que en los 70 y 80 irrumpen los fastuosos carros alegóricos, como reflejo del auge del narcotráfico.
Hasta fines de los 60, el corso se realiza alrededor de la plaza 24 de Septiembre, después se hizo en el primer anillo y después pasó al segundo anillo. Durante unos años intentaron trasladarlo a la Doble Vía a La Guardia, pero volvió al segundo anillo y ahora plantean trasladarlo a la avenida Mutualista entre quinto y sexto anillo.
Las ‘precas’
Nacen a fines de los 70 y se realizan por lo menos tres semanas antes del Carnaval. En principio eran protagonizadas por comparsas jóvenes. Ahora se han convertido en desfiles que anticipan el corso, con carros alegóricos, donde la reina del carnaval es protagonista principal.
Los bailes de mascaritas
Nacieron a mediados del siglo XX. Duraban 11 noches, desde el jueves antes del corso, hasta el domingo de carnavalito. Las mujeres se ponían una capucha que les cubría el rostro, lo que daba licencia para la picardía y la sensualidad. Durante décadas se realizaron en el Caballito; pero durante los últimos 20 años entraron en decadencia y tienden a desaparecer.
El ensayo de Alcides Parejas termina interrogando ¿hasta dónde irán las transformaciones del Carnaval? y si estas modificarán la esencia de la fiesta del rey Momo, así como la sicología del pueblo cruceño: su modo de pensar, sentir y actuar frente a la fiesta grande que, hasta aquí, ha formado parte de su esencia. 
Imparable


No pudieron detener la fiesta ni decretos ni ordenanzas la frenaron

Una ordenanza en 1936 planteaba suspender el Carnaval después de la Guerra del Chaco. En 1945 se volvió a intentar la suspensión para evitar el derroche. Y en 1976, se planteó que no haya fiesta por las inundaciones. La fiesta grande se impuso y se mantiene en la idiosincrasia de los cruceños.

Mónica Salvatierra
msalvatierra@eldeber.com.bo

El Deber  


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Platos Carnavaleros

Carnaval, La Virgen del Socavón

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La Virgen del Socavón y la Corte Infernal, de José Víctor Zaconeta Existe en los valles templados de la América del Sud, un pajarillo muy pequeño de color oscuro, una especie de curruca o ruiseñor bastardo, de canto muy armonioso, que le llaman el “chiru-chiru”. Este pajarillo fabrica su nido en forma de una larga bolsa, colgada en la rama más alta de algún árbol, eligiendo los parajes más silenciosos. Dicha bolsa está trabajada, desde el fondo hasta la entrada, que apenas es un insignificante boquete suficiente para dar paso al cuerpo de la avecilla, mediante un entrelazado de espinos de algarrobo, con las púas dispuestas para afuera, tan fuerte, tan sólidamente asegurados por una sustancia elástica, parecida al pergamino, que elabora el pajarillo, que es imposible descubrir el fondo del nido, a menos que se destroce con un instrumento cortante aquella curiosa construcción erizada de defensivos. Por analogía con el tal nido y por una antigua costumbre, en algunos lugares, como en los valles del Departamento de Cochabamba, a la persona que tiene los cabellos en desorden y los pelos erizados, suele decírseles: “cabeza de chiru-chiru”. Hace tres siglos más o menos, desde que, en la falda del cerro “Pie de Gallo”, situado hacia el Oriente y en las goteras de la ciudad de Oruro, donde descubrieron los conquistadores españoles las primeras y riquísimas minas de plata conocidas con el nombre de “Socavón de la Virgen”, explotadas hasta hoy sin interrupción y actualmente poseídas por la “Compañía minera de Oruro”, vivía o mejor dicho, había hecho su guarida, un ladrón ratero, a quien, sea por la falta de tocado arriba indicada, sea por la semejanza de su guarida con el nido de la avecilla descrita, le llamaban: “El Chiru-Chiru”. El tal ladrón, que, sea dicho de paso, no era criminal sanguinario y sólo se ocupaba de cometer raterías; en un paraje, abrupto por entonces y hoy terraplenado y convertido en plazoleta, había edificado su miserable vivienda, tan baja y mal hecha, como para que no llegase a llamar la atención de ninguna persona. Y así era. Los que conocían al Chiru-Chiru e ignoraban las malas artes a que se dedicaba, lo consideraban como a un mendigo o como a un pobre vagabundo inofensivo, sin que faltaran personas caritativas que aun le prestaran su protección. Él, por su parte, tenía la suficiente habilidad para vender en un barrio apartado de la nueva ciudad de Oruro, lo que hurtaba en otro, desempeñando en apariencia el papel de simple comisionista o encargado de terceras personas; de manera que, siendo un pobre diablo tan insignificante e ignorándose hasta su procedencia, nadie se preocupó nunca de conocer su guarida, con tanta más razón, cuanto que él, o madrugaba mucho o permanecía herméticamente cerrado dentro de aquella. Cinco años habían transcurrido, sin que se notara ninguna novedad ni alteración en la vida siempre igual del “Chiru-Chiru”; hasta que, un buen día, de esos, se notó su desaparición, sin que nadie lo hubiera visto en ninguna parte ni a ninguna hora. Como a la mañana siguiente tampoco pareciese, se le ocurrió a algún vecino invitar a los que hacían el comentario, a “echar de menos” al “Chiru-Chiru” en su propia guarida. Trasladose la comisión, auxiliada de un mechero, sospechando la lobreguez del zaquizamí; y habiendo encontrado su puertecita un poco entreabierta, penetró resueltamente en el aposento. Y aquí viene el asombro y la estupefacción de los concurrentes: encontraron al infeliz “Chiru-Chiru”… muerto y tendido, cuan largo era, sobre su miserable y vil camastro. Tal asombro y tal estupefacción se hicieron indescriptibles, cuando, al levantar los ojos, contemplaron, a la cabecera del cadáver y en la pared que servía de mojinete al cuartucho, una sorprendente y maravillosa imagen, casi de tamaño natural, de la “Virgen de Candelaria”, con un hermoso niño y los atributos de aquella advocación, cayendo involuntariamente de rodillas los felices espectadores de aquel prodigio. Cundió la noticia en un santiamén, acudieron los vecinos, todos mineros, y, bien pronto, los habitantes íntegros de la ciudad; extrajeron el cadáver de Chiru-Chiru, para reconocer la causa de su muerte, amortajarlo decentemente y darle honrosa sepultura; y la guarida de éste, convertida, desde entonces, en una especie de Sancta-Sanctorum, fue el sitio de una romería incesante, que duró meses, años y siglos, y que continúa, ininterrumpida, hasta el presente. La parte esencial y religiosa de la tradición, es ésta. El Chiru-Chiru era efectivamente devoto de la Virgen Candelaria y tenía, a su cabecera, una pequeña imagen de su patrona, en un cuadrito litográfico o, seguramente, estampado en madera, en esa época. Todas las noches que salía a hacer sus fechorías (porque de día era hombre más honrado, como hay muchos), le dejaba, infaliblemente, encendida una velita de sebo a su Virgen, para que le amparase en sus correrías y le sacase “con bien” de cualquier conflicto. La Santa Virgen, probablemente compadecida de su miseria, le dejaba hacer o se hacía la vista gorda, mientras que el Chiru-Chiru desbalijaba un poco de sus bienes terrenales a los poderosos y a los ricos, generalmente avaros y nada caritativos; pero, en una noche fatal, trató de apoderarse del único tesoro que poseían un infeliz peón caminero y su familia, consistente en una petaca de cuero que contenía sus pobres ropas, humildes y estropeadas. Como es natural, la Virgen se indignó sobremanera, y, llamando, interiormente, a la conciencia de su devoto, le prohibió que cometiera semejante atentado. Como el Chiru-Chiru pusiese oídos de mercader y se obstinase en ejecutar la infamia, por considerarla demasiado fácil, no sin insistir en su prohibición, la Virgen apesadumbrada, se vio obligada a abandonar al ladrón, retirándole su amparo. El Chiru-Chiru, libre ya de todo escrúpulo, se puso en ejecución inmediata; pero no había entrado en sus planes la contingencia de que iba a tropezar con un hombre que, aunque demasiado infeliz, era tan valeroso y resuelto, que no sólo sabía hacer frente a todas las adversidades de su mala suerte, sino también defender, a sangre y fuego y temerariamente, su propia vida, las de su mujer e hijos y el tesoro de sus miserables harapos. Cuando el Chiru-Chiru se colaba ya en la vivienda de aquella pobre familia, por una puertecilla que entreabriera cuidadosamente, el caminero que tenía el sueño muy ligero, despertó inmediatamente y percibiendo un leve ruido y a través del trasluz de la puerta la presencia de una sombra humana, creyendo que se trataba de algún asesino o de un enemigo encarnizado que tenía, cogió rápidamente el puñal que le servía para sus andanzas y viajes; y como era hombre “que no esperaba recibir para dar”, lanzose sobre la puerta, sin que el Chiru-Chiru tuviese tiempo sino para volver la espalda, en la cual el caminero le asentó una profunda puñalada. Como el ladrón era demasiado ágil, a pesar de su mortal herida y de la estupefacción del caminero, que se detuvo esperando ver desplomarse a su víctima, echó a correr de tal suerte, que aunque el agresor trató de perseguirlo después, no pudo ya alcanzarlo, perdiéndolo entre las sombras de la noche. Por más que la puñalada no hubiese comprometido el corazón del herido y por mucha que fuese la fortaleza de éste, después de haber corrido unas cinco o seis cuadras, el Chiru-Chiru, cuya lesión era demasiado grave, cayó desfallecido, en campo abierto, ya en las afueras de la entonces aun pequeña ciudad. Allí, casi agonizante y poseído del más inmenso y sincero arrepentimiento, empezó a clamar a su divina patrona y a implorar su protección. La Virgen, sin duda conmovida por las fervientes plegarias de su desobediente protegido, viéndolo en trance tan duro y deseosa, además, de aprovechar de aquel momento supremo de regeneración de su alma, acudió presurosa al sitio en que yacía aquel, y, alentándolo en su fe y prodigándole los más solícitos y delicados cuidados, le condujo, lentamente, hasta su ya descrita guarida. Instalado el herido en su humilde lecho, la divina enfermera, con todo el amor y la ternura de una madre, le asistió, bondadosa, hasta sus últimos instantes, recogiendo de los labios del ladrón, junto con su arrepentimiento, la sincera gratitud de sus bendiciones. Y cerrados para siempre los ojos del Chiru-Chiru, su noble protectora se transformó, en seguida, en la hermosa imagen que bajo la advocación de la “Virgen del Socavón”, es venerada hoy día, en el templo del mismo nombre. Tal es lo que refiere la tradición, cuya versión más aceptable hemos tratado de interpretar, con la fidelidad posible, dentro de la forma literaria que requiere este género de trabajos. No faltarán quienes no digan que el Chiru-Chiru fue conducido por la Virgen desde el lugar en que cayera desmayado hasta el hospital, y que murió allí. Pero, esta versión, poco aceptable, rompería la unidad de acción de la tradición misma: pues, suponiendo que fuera así, la Virgen habría tenido que abandonar al herido en manos humanas, desapareciendo luego y sin llenar, por completo, la divina misión que se le atribuye; o si se quedaba, habría debido convertirse, allí mismo, en la celebrada imagen que motiva esta leyenda. Tales consideraciones y la de no interrumpir el curso armónico de los hechos sobrenaturales relatados, han hecho que nos adaptemos a la versión que nos ha parecido lógica. Mas, los hechos y sus consecuencias no pararon ahí. Descubierta la imagen de la Virgen y sepultado el cadáver del Chiru-Chiru con todos los honores posibles, al tercer día reuniéronse todos los vecinos del Barrio Minero, al que perteneció aquél y llegaron a los siguientes acuerdos aprobados por unanimidad: Que la mina de plata “Pie de Gallo”, que se trabajaba ya entonces, se denominaría, en lo sucesivo: “Socavón de la Virgen”, nombre con el que es conocida actualmente. Que todos los años se celebraría con gran pompa la fiesta de la Virgen, debiendo, precisamente, coincidir ella con la fecha en que cayese el sábado de Carnaval, víspera de la Quincuagésima, tanto porque pocos días antes ocurrió el suceso, cuanto porque sólo entonces tenían los mineros una libertad de tres días de trabajo, los indispensables para celebrar la fiesta, tal como ellos la deseaban. De donde se origina que dicha festividad es movible y que tiene precisamente que caer en el carnaval, pese a los calendarios, bulas y ritos de la iglesia católica. Que para honrar debidamente a su excelsa Patrona, todos los mineros se disfrazarían precisamente de diablos, tanto para dar realce a la fiesta cuanto para conservar ciertas tradiciones de la minería, sin que falten Satanás y el Arcángel San Miguel, para representar, melodramáticamente, la caída de Luzbel; y Que estos acuerdos se pondrían en conocimiento de todos los Mineros de las Empresas de la jurisdicción; debiendo, con la anticipación debida, componerse canciones y villancicos especiales, para cantarlos en loor de la Virgen. Todo lo cual se hizo “al pie de la letra”, proclamándose, desde entonces, a la Virgen del Socavón como a Patrona de todos los Mineros del Departamento de Oruro. Veamos ahora por qué los Mineros resolvieron disfrazarse de diablos y en qué forma iniciaron la fiesta acordada. Para ello y como antecedentes, daremos a conocer algunas costumbres mineras que persisten hasta hoy día: Por una antigua superstición, demasiado arraigada, todos los obreros de las minas creen, sincera e ingenuamente, que el diablo, al cual lo llaman “El Tío”, interviene, precisa e indefectiblemente, en sus trabajos, ya favoreciéndoles, en determinados casos, o haciéndoles la guerra, en otros, según sean las simpatías que le inspiren “sus Sobrinos” o según sea el comportamiento de éstos para con él; porque el diablo es, a pesar de su cola y de sus cuernos, sumamente susceptible y delicado, y no deja pasar nada que pudiera ser ofensivo a su diabólica majestad. De manera que los Mineros tienen buen cuidado y ponen especial atención en no “quedar mal” con “El Tío” ni disgustarle en forma alguna. Para esto, como el diablo no es muy exigente y sí, más bien, muy aficionado a las artes ocultas, le consagran un culto misterioso, que no trasciende afuera, tan simplificado y fácil, que sólo consiste en las siguientes prácticas: Ser modelada, en cada una de las minas y por los obreros que la laboren, del barro o greda más fina que se encuentre en las salvandas o guarda-vetas, una imagen, en bulto, de Satanás, lo más perfecta posible, con todos sus atributos, incluso rabo y cuernos, para colocarla en alguna gruta o grieta natural de una de las rocas más profundas, y, allí, rendirle culto, manteniendo siempre, dos o más velitas de sebo encendidas. – Dirigir, “con fe”, invocaciones y preces al “Tío”, en sentido de que les ayude a encontrar buenas vetas y, principalmente, los “toros”, de los que hablaremos a su turno. – Hacerle voto solemne de disfrazarse, “a su imagen y semejanza”, en la festividad de la Virgen (y no en otras mundanales, como se acostumbra, por algunos que no son del gremio), con la sola supresión del rabo, a fin de que no se les confunda con la verdadera Majestad. – Hacerle, de tiempo en tiempo, unos sacrificios, con la denominación de: “Convidos a la Pacha-Mama”, consistentes en preparar sobre un cerro de las minas, un tendido cubierto de confites y alfeñiques (por que el diablo, como se sabe, es muy goloso) y de una porción de amuletos, muy pequeños, unos vegetales y otros de cobre y estaño vaciados a fuego, llamados “mixturas o jampis” (remedios), sin que falten unas buenas botellas de aguardiente y de vino (a los que también es muy aficionado “El Tío”); y en derribar una o dos llamas, según sea los concurrentes, asarlas bien y colocarlas en otro tendido contiguo al anterior; todo lo cual, en conjunto, se denomina: “La Mesa”. – Debidamente preparada ésta para el banquete infernal, tiene, precisa e indispensablemente, que oficiar en ella, el Sumo Sacerdote del “Tío”, el “yatiri” (el que sabe), que no otro que un indígena vividor de ésos, especie de faquir, que la pasa por “adivino” y que es siempre muy respetado. Este, como quien es y como lo que es, empieza a oficiar con tantas raras, extravagantes y ridículas ceremonias, que, sólo la fe de los interesados es capaz de convertir en un acto serio semejante pantomima; hasta que llega el momento en que debe invocar a Satanás, para ofrecerle el banquete, momento en el cual deben todos los concurrentes alejarse a respetable distancia y tras de alguna colina, para no presenciar la terrorífica, la espeluznante, la apocalíptica aparición de tan eminente personaje, incapaz de soportarla nadie, con sola excepción del yatiri o adivino, que le espera postrado. Después de un lapso de tiempo, el necesario para que el diablo se sirva, a su satisfacción, de las viandas y postres del frugal banquete, libe sendos vasos de vino y de aguardiente, y escoja, además, para su uso, algunos de los amuletos que más le agraden, el yatiri, que, en este caso, no es otro que el mismo diablo en forma humana, después de comer y beber a su gusto, se pone de pie y llama, a grandes voces, a los devotos alejados. A la llegada de éstos, les manifiesta que “El Tío” se ha mostrado sumamente satisfecho, que se ha servido de todo, que el vino y el aguardiente le han parecido muy buenos igualmente que la coca fresca de la nueva cosecha, de la cual se ha llevado una buena muestra, así como de los amuletos, para obsequiar a su esposa y subalternos; que el asado ha estado bastante sabroso, pero que, para la próxima oportunidad, sería conveniente escoger algunas llamitas más grandes y más gordas; por todo lo cual, no ha tenido inconvenientes en concederles las gracias que han solicitado, ordenando, de inmediato, a la “Pacha-Mama” (la Tierra), que les provea de ricos filones y de abundantes minerales. Y agrega que, como el “Tío” no es muy gastrónomo ni tampoco bebedor de oficio como otros, lea ha dejado provisión suficiente, para que la consuman en compañía del yatiri, que sólo ha bebido una copita, y aun está, porque se la invitó el mismo diablo. Los, ya presentes interesados, escuchan religiosamente los resultados de la misión diplomática del yatiri y la celebran ruidosamente, haciendo comentarios, a cual más favorables. Consumen los restos del convite o “convido” y hacen copiosas libaciones a la salud del “Tío”. Termina la fiesta con esta curiosa ceremonia: se reúnen los desperdicios del banquete y en una hoguera, ya preparada, se los convierte en cenizas, las mismas que son aventadas por el yatiri, en medio del humo oloroso de la resina quemada, que se llama “koa”, y de la que sólo se hace uso en el momento de la presentación de Lucifer al yatiri y en este último acto. Después, el yatiri, que realmente sabe más que las arañas, cobra sus derechos de oficiante, cuatro o cinco pesos, y la concurrencia se disuelve, satisfecha y tranquilamente. Y no se crea que entre los obreros de minas falta gente despierta y avisada, no; es que el poder y la antigüedad de esta superstición son tales, que los mismos patrones, personas ya civilizadas, se ven obligados, muchas veces, a dar gusto a la peonada, costeando los gastos del “convido” y dejando a aquella que mande ejecutar sus brujerías, con el solo objeto de que la gente trabaje con buena voluntad. Finalmente, entre los ritos del culto del diablo, falta éste: no divulgar nunca tales supersticiones o prácticas ni invocar jamás a Satanás por su verdadero nombre, lo que parece que le incomoda sobremanera, sino simplemente por el nombre de “Tío”. Tales son las sencillas prescripciones del ignorado culto del diablo: pero aquí vienen el antagonismo y la contradicción, inexplicables, que pasamos a indicar: Los Mineros, a la vez que son devotos a Lucifer, lo son también y con mucho fervor, de la Santísima Virgen, que, en el caso concreto, es la del “Socavón”. Esta devoción es tan grande, que, al encontrarse dos peones en algún socavón o galería, oscuros, el uno saluda con la siguiente invocación: “Ave María purísima”, a lo cual el otro responde: “Sin pecado concebida”; pero lo raro y contradictorio de aquella duplicidad de culto, es que, mientras, en una grutita natural o lacra de las rocas, se ve una pequeña estampa de la Virgen, alumbrada por dos velas y adornada con unas flores artificiales, un poco más lejos, a alguna distancia, probablemente por respeto, se ve, igualmente, otra pequeña efigie de barro (de las que hemos descrito) del “Tío”, alumbrada también por dos velas, pero, eso sí, sin el adorno de las flores, en primer lugar, porque, seguramente, no las merece, y, en segundo, porque el diablo debe ser poco aficionado a la floricultura. No obstante la contradicción que se desprende de los cultos anotados, en resguardo de la honorabilidad y el buen criterio de los Mineros, que se parece mucho al de los hombres políticos, debemos hacer notar que existe una gran diferencia: y es que, el primero, el de la Virgen, es completamente sincero y espiritual, pues no persigue otro fin que el de la obtención de la gracia divina y de las bendiciones de la excelsa Patrona, en tanto que el segundo, el del diablo, como más humano, por mucho que se disimule, es netamente interesado, ya que las gracias a obtenerse son: el mejoramiento de los filones, las riquezas de una buena explotación y el encuentro de los “toros”, con los que no tardaremos en tropezar, a nuestro paso. Tales son, a grandes rasgos, las supersticiones de los Mineros, de esa gente desvalida y trabajadora, cuyas costumbres serán materia de otro estudio; la misma que hace inmensos sacrificios y hasta economías de hambre, por encajarse rabo y cuernos en el carnaval y, sobre todo, por celebrar dignamente la fiesta de la Virgen, cuyos pormenores damos, en seguida: Durante el año, los obreros de minas hacen grandes esfuerzos para ahorrar algo de sus miserables salarios, los unos con objeto de hacer confeccionar disfraces nuevos de diablos y los otros con el de adquirir, en préstamo, algunos ya usados, de negociantes que no desdeñan ni aun la piel de Satanás para sus trapicheos. Dicho disfraz consiste en una camiseta y un calzoncillo de tejido de punto, de hilo y de color carne, de un taparrabo rojo sujeto a la cintura, formado por cinco o seis aletas colgantes y cortas, festoneadas, que caen en forma de hojas oblongas, de una careta, de estuco, que representa la del demonio, con los correspondientes cuernos y una nariz fenomenalmente aguileña, sobre la que descansa una culebra o un sapo, de una peluca de cerda bastante espesa y un par de zapatos ferrados, duros, sin duda, pero demasiado resistentes, en cuyos tacones se hallan bien aseguradas dos enormes espuelas, que no sabemos a ciencia cierta, a cuál de los dos siguientes objetos obedecen: si a que el diablo, a pesar de que no usa nunca sombrero, es muy aficionado a montar a caballo; o si, a que las espuelas infernales son indispensables para llevar el compás de la marcha y del baile en los días de fiesta. Además, los diablos llevan como atributo, una vara larga de madera, ferrada en la punta, en forma de pica o de tridente, con lo cual queda completa la descrita indumentaria que, por otra parte, no es muy costosa. Aparte de las economías y ahorros para disfraz, se preocupan los Mineros de encontrar y adquirir uno o dos buenos “Toros”, pero no vaya a creerse que de los cuadrúpedos, no. Los “toros” son lo más hermosos, grandes y finos trozos de mineral, que encuentran los Mineros en el curso de sus labores y que los esconden y guardan cuidadosamente dentro de la misma mina, no con el poco honrado fin de apropiarse de ellos, sino con el de presentarlos al patrón o empresario como un obsequio de carnaval, bajo la denominación de “achura” (bocado exquisito), para recibir, en cambio, los obsequio de aquel, consistentes en confites, pañuelos grandes de colores, buenas botellas de licores y un poco más o un poco menos de dinero, según sea el “porte” o generosidad del patrón o del gerente, bajo el nombre de “tinca” (gratificación o premio). Tampoco descuidan ejercitar, desde tres o cuatro meses antes, las danzas que tienen que ejecutar, consistentes en una especie de cuadrillas, bailadas a grandes y descomunales saltos, en las plazas y esquinas de la ciudad, con un ruido realmente infernal de vocerío y de sonido de espuelas. Hechos los preparativos ya indicados y recibida la “tinca” el día viernes anterior al carnaval, se reúnen el sábado en la mañana tanto los presuntos y futuros diablos cuanto los mayordomos de la fiesta de la Virgen, que generalmente son ocho o diez vecinos del pueblo, acomodados y pudientes, que corren con todos los gastos de la comida y de la bebida y, sobre todo, de preparar la vajilla infernal, consistente en setenta u ochenta mulas aparejadas, cargadas de equipajes, sobre los cuales se ostenta con una profusión asombrosa y digna de llamar la atención, un respetable caudal de prendas de oro y plata labrada, tales como faluchos, monedas selladas, soperas azafates, fuentes, teteras, calderas, cucharas y hasta vacines, todos estos útiles de plata, que demuestran la riqueza, relativa, pero oculta de un pueblo de obreros. Este convoy, seguido de coches, en los que deben lucirse las personalidades lujosamente ataviadas de los mayordomos, forman parte de la romería infernal que se supone venida y recién llegada del Averno. El día sábado, a horas tres de la tarde, hacen mayordomos y diablos su entrada solemne por las principales calles de la ciudad, dirigiéndose, en seguida, al templo del Socavón, donde toda la Corte Infernal, de rodillas, rinde pleito homenaje a la Reina del Cielo, incluso Lucifer en persona y su no menos cornuda esposa, que a manera de nuestras aristocráticas damas, sin dejar de ir a la iglesia por cortesía, acostumbra no perder esta clase de fiestas, cuando de bailar se trata. Después de la gran ovación hecha a la Patrona, los diablos, que, como tales, no sólo son aficionados al baile y al filrteo, sino también, y con gusto refinado, a la poesía y a la música, entonar, a coro, cantos religiosos, correspondiendo las estrofas a Satanás barítono, a la soprano su esposa y al tenor Mefistófeles. De esos cantos, que pertenecen a la poesía clásicamente infernal, sólo hemos podido conseguir, como ejemplos de que podrían aprovecharse los modernistas, las siguientes rimas: Venimos desde el Enfierno a pedir tu protección, todos tus hijos los diablos, ¡Mamita del Socavón! Las cuentas de tu rosario son balas de artillería: deféndenos pues con ellas ya de noche, ya de día. Aquí estamos de rodillas, échanos tu bendición a estos tus pobres mineros, ¡Mamita del Socavón! No nos niegues, pues, tu amparo divina madre de Dios: ¡Hasta el año, mamasita, hasta el año, adiós, adiós! Para muestra un botón; siendo muy dignas de respeto y de toda consideración, la fe sincera y la fervorosa devoción de esta clase obrera, tan sufrida, tan fuerte y tan sencilla, a la que le deben el país su renombre, e ingentes fortunas tantos millonarios ingratos. Terminadas estas ceremonias místicas, que deben repetirse en los días domingo y lunes de carnaval, el resto del tiempo de los tres días lo emplea la Corte Infernal en ejecutar una danza por las calles de la ciudad, deteniéndose en las esquinas, para lucir en ellas, ante numeroso público popular, su destreza en las figuras de las cuadrillas que bailan; danzas en las que los mineros son infatigables, no obstante las copiosas y repetidas libaciones de alcohol que les invitan los amigos y principalmente los mayordomos de la fiesta. Dentro del programa de su recorrido por la ciudad, es de obligación o de cajón, como llaman, visitar a la primera autoridad departamental, en el Palacio de Gobierno local, en el que se efectúa la representación dramática de “La caída de Luzbel”, por los principales demonios dramaturgos y el Arcángel San Miguel, que forma parte de la tropa; y, es de ver y oír, cuando éste desenvaina la espada para atravesar a Lucifer, como tiemblan postrados y hacen sonar las espuelas los 600 u 800 diablos allí reunidos; finita la cual comedia o tragedia, son obsequiados, todos, por la primera autoridad con un par de libaciones de licores finos. Notable es su presencia en las calles, cuando ordenados en dos alas y de a uno en fondo, forman dos hileras interminables, que avanzan haciendo resonar las espuelas, hasta el momento de precipitarse, a gigantescos saltos, sobre las esquinas, al son de una marcha especial, conocida con el nombre de: “La tonada de los diablos”. Admirable es la resistencia de éstos, en tres días consecutivos de satírica gimnasia; pero, como ni los mismos demonios son incansables ni Satanás, con ser Satanás, puede burlarse impunemente del alcohol, resulta que, en la tarde del lunes, todos los diablos se van al diablo, pues materialmente rendidos y ahítos de bebidas fuertes, que trasladan el infierno a sus cabezas, se desorientan, se dispersan y acaban por caer hipnotizados, unos dentro de las casuchas y otros en las calles, no siendo ya raro ni peligroso andar a tropezones con demonios que han perdido la peluca, los cuernos o los cachos, habiendo degradado su dignidad infernal hasta el extremo de aficionarse y tomar por esposas a unas sencillas y pobres mujeres del pueblo, denominada “palliris” (las que en las minas golpean trozos de mineral y los convierten en fragmentos pequeños). Ello es que el lunes en la tarde termina la endiabladura, teniendo los espíritus infernales, acompañados de sus respectivas consortes, de carne y hueso, que restituirse, en cuerpo y alma, con muy mala gana y mucho dolor de cabeza, a los trabajos mineros, que se restablecen, en toda su plenitud, el día martes, a las seis de la mañana. Tal es la fiesta de la Virgen del Socavón y de la Corte Infernal, que se celebra desde su origen hasta nuestros días, con la sola advertencia de que, en sus primitivos tiempos, la troupé, que era sólo de 600, 800 y aun más obreros, se componía exclusivamente de diablos, y de que, en el día, no sabemos a ciencia cierta, si, por que aquellos han ido perdiendo sus prestigios, porque han sido ventajosamente reemplazados por tantos diablos, sin rabo ni cuernos, que pululan ahora en todas partes, o si, por que el culto de Lucifer se va amenguado, van adquiriendo los tales obreros, la mala costumbre de disfrazarse de otras cosas, permitiendo que se vean ya tan pocos diablos y como si las tales mojigangas pudieran compararse nunca con la gentil, esbelta y magnífica estampa de Lucifer. ¡Mal hecho, muy mal hecho! Pero para eso, tiene doctores la iglesia… y nosotros, con su permiso, ponemos punto final a esta tradición.

* José Víctor Zaconeta, La Virgen del Socavón y la Corte Infernal, en Odas y poemas.

Oruro 1925, Vol. II, pág. 257-275.


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Bolivia suspende sus conflictos para celebrar el carnaval

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La Paz 

Un minero sujeta a una llama durante un ritual carnavalesco en Oruro. / G. B. (REUTERS)

La mayor parte de los bolivianos abre un paréntesis en las expresiones de protesta callejera y bloqueos y en su diaria actividad a fin de dar paso a la celebración del Carnaval .

El Carnaval, que se entremezcla con la fiesta indígena de Anata de agradecimiento a la Madre Tierra por la producción agrícola, se ha convertido en una de las mayores expresiones de la cultura boliviana, tanto por el derroche de alegría, bailes y libaciones, como por el tiempo que el boliviano se da para agasajar y reunirse con la familia y los amigos.

El gran desfile de bailarines lujosamente ataviados con atuendos bordados en oro y plata domina las actividades del sábado en la “entrada de Carnaval” en la ciudad altiplánica de Oruro, anfitriona este 2014 de alrededor de medio millón de visitantes, que casi triplican su población, de acuerdo a las cifras del ministerio de Culturas y Turismo.

El de Oruro es un carnaval que está enraizado en la fe religiosa, una vez que todos quienes participan en la “entrada” –que tiene un recorrido de varios kilómetros- hacen una promesa a la virgen del Socavón, o Candelaria, a cambio de peticiones.

El carnaval se ha convertido en una de las mayores expresiones de la cultura boliviana

Los “morenos”, que recuerdan a los esclavos negros traídos durante la colonia, llevan trajes bordados con hilos de oro y plata que pesan unos 50 kilos y su paso lento rememora el caminar cansado al son de una matraca.

Los “diablos” forman parte de fraternidades con centenares de miembros que despliegan una impresionante coreografía pese a que llevan caretas con una enorme ornamenta y son liderados por un ángel, que es quién triunfa en una simbólica lucha del bien contra el mal, la dualidad en la visión andina.

Por eso, los devotos bailan ante la Virgen –vista también como Madre Tierra- vestidos de “diablos” para aplacar las iras del “Tío” o el dueño de las profundidades oscuras del mal y de los minerales. Algunos estudiosos vinculan la esencia de estas expresiones con otras similares que se daban en Tarragona.

Los “caporales” y la “saya” son bailes de raíz africana que conquistaron a los jóvenes bolivianos, que hacen gala de gran energía en el baile que demanda figuras en el aire, entre los varones, y un incesante mover de polleras, mini polleras, entre las mujeres.

En la región oriental de Bolivia, Santa Cruz de la Sierra es el centro de un Carnaval muy parecido al brasileño

Proveniente del área rural llegan también conjuntos que desarrollan bailes como el del “tinku”, un encuentro entre contrarios del norte de Potosís, las kullawadas aimara, los chutas de La Paz y una larga lista de expresiones folclóricas pasará ante cientos de miles de personas apostadas en graderías hechizas, a lo largo de varias horas.

La presidenta de la Asociación de agentes de Turismo, Lourdes Omoye, ha asegurado que los ingresos durante el fin de semana en Oruro se calculan en unos 23 millones de dólares.

En la región oriental de Bolivia, Santa Cruz de la Sierra es el centro de un Carnaval muy parecido al brasileño, con desfile de reinas en carrozas que semejan los escenarios más diversos que uno pueda imaginar y seguido de exultantes comparsas de incansables bailarines.

El martes de “ch’alla” es otro día de gran importancia para la cultura andina pues es el homenaje a la Pachamama (Madre Tierra) y la dedicación de todo bien que pueda tener una persona. Las ofrendas –a fin de gozar de la protección de esta deidad- incluyen incienso, koa, hojas de coca, tierras de color, fetos de camélidos u ovinos, pétalos de flores, lanas de color, amuletos, todo regado a discreción con alcohol y dispuesto en un brasero.

 


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El Puchero sabe a tradición

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Es una sopa que tiene tantos ingredientes que para hacerla toma alrededor de cuatro horas. Su potencial calórico equivale a la mitad del requerimiento diario (distribuido en 5 comidas) en un solo plato. Tiene muchos ingredientes, al igual que la fanesca, el rosero, la colada morada y,  en su segunda venida al país, Simón Bolívar la probó. Tenga en cuenta La tradición indica que su consumo va desde finales de enero hasta el último día de Carnaval, antes del Miércoles de Ceniza. La preparación de este plato exige de la ayuda de toda la familia. Los niños solían pelar las frutas y los granos, mientras que los adultos preparaban los caldos y las carnes. Normalmente, se comenzaba la noche anterior.    Las variedades  de puchero que Pazos ha encontrado son en Pichincha y en Loja, puede ser que haya en Tungurahua.Se trata del puchero que  vino de España.  Parece ser que la variedad que se prepara en Pichincha (que lleva garbanzo)  emigró desde las islas Canarias, como  cuenta el chef e investigador Santiago Pazos Carrillo. El puchero es un plato barroco porque tiene muchos condimentos, es lampreado, además, como otras comidas es emblemático para celebrar una festividad religiosa. Antes se lo preparaba para la temporada de Carnaval, de la misma manera como se prepara la fanesca en Semana Santa y los buñuelos en Navidad. Es un cocido a base de tres tipos de carne, tubérculos y frutas, que lo dotan de un sabor lampreado, tan característico de la cocina ecuatoriana. Piénsese que  en la fanesca algunas familias mantienen la costumbre  de poner un buen trozo de raspadura en ella, o en los distintos ajíes como el de carne, de pollo o de lengua en donde también se utiliza panela.  Lo curioso es que hasta en el hornado se mantiene este sabor característico ya que en el chancho se tiene lo salado; y en el agrio, lo dulce. El puchero, además de res, chancho y pollo, tiene  chorizo español.  La sopa está compuesta por esos tres fondos. Se hace con pera uvilla, durazno de Ambato,  membrillo, garbanzo, camote, pera, zanahoria blanca, arroz, col, ciruelas y 22 ingredientes más. Los secretos de preparación es que los duraznos son pelados y cortados en cruz, se les hace una incisión para cocinarlos con la pepa. Las peras se cocinan con todo y tallo, aunque este es raspado solo para que se quite su sabor amargo. Estas frutas se producen en la época de Carnaval, aunque por el clima cada vez se va retrasando el período de cosecha. Normalmente, para la segunda semana de febrero la pera uvilla ya estaría madura, en la actualidad está muy verde, otro ejemplo es que el membrillo no ha aparecido todavía aunque ya debió abarrotar los mercados. Siendo una receta contundente para el momento de comer, en Carnaval se solía servir únicamente esta preparación. Una porción en un plato sopero normal aporta más o menos  1 000 calorías. En la actualidad esta cantidad puede sonar exagerada, o puede representar al puchero como una preparación sin sentido. No es culpa de la sopa. Pazos explica que la receta obedecía a un modo de vida distinto, con más actividad. Por ejemplo, hoy por hoy nadie necesita caminar dos horas hasta Guápulo, siendo que fácilmente podemos tomar un bus y llegar sin mayor desgaste. Las costumbres han variado y con ellas también la alimentación. La receta ha cambiado poco. El puchero es una preparación tan antigua que hasta aparece en el segundo libro del ingenioso don Quijote de la Mancha, en esos tiempos se la conoció como olla podrida.  Cuando Sancho Panza gobierna la tan ofrecida ínsula Barataria es agasajado con este festín.

 

ElComercio.com


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Te invitamos a disfrutar de la magia del Carnaval Boliviano

Puchero, sabor del Carnaval

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Bien lo decía Gaby Vallejo, autora del libro “Comida y bebida indígenas en Cochabamba”, que no hay familia cochabambina que no cuente con una receta especial de puchero de Carnaval; y es que este es uno de los platos más esperados durante las fiestas del Rey Momo.

Según la publicación del antropólogo Wálter Sánchez coautor del estudio “Cultura, Creatividad, Patrimonio y Mercados: estudio para la generación de iniciativas culturales en el departamento de Cochabamba”, esta ciudad no es un lugar donde “se come mucho” sino un departamento donde se come bien, además de rico y variado.

Si bien este plato puede ser preparado durante todo el año, en estas fechas se agregan otros ingredientes, y eso lo convierte en uno de los platos centrales de estas fiestas. Esa mezcla se sabores se complementa perfectamente con el calor del verano, con los juegos con agua, con los disfraces y bailes, con la mixtura y serpentina. De ahí que el Carnaval, como todas las demás fiestas, tiene sus propios sabores y olores.

Estas son algunas de las razones para estimar que hoy algo más de 43.200 platos de puchero carnavalero serán servidos en la feria gastronómica más esperada de estas carnestolendas, la “Feria del Puchero, Festival del Acordeón y la Concertina”, en su 23 versión, que se realizará en el parque Excombatientes.

La preparación de este plato sigue uno de los procesos más minuciosos y sincronizados dentro de la cocina, puesto que se requiere más de una olla sobre el fuego y además de aprender a colocar a tiempo las carnes, papas y el repollo.

Precisamente estas son las razones para que algunos cocineros no se aventuren en su preparación, porque según la experiencia es un poco difícil calcular el toque exacto de los ingredientes y así lograr la creación de un bocado sublime y… casi perfecto en el cual se fusionan los sabores de las especias, el ardor del picante y el incomparable sabor de las tres variedades de carnes.

el sincretismo del puchero

Tradicionalmente el puchero es un “cocido” en el cual se combinan carnes y verduras, cuya receta básica se heredó de la gastronomía española y ya luego la magia de este plato se fue creando poco a poco, ingrediente tras ingrediente, condimento tras condimento.

El investigador socio cultural Willfredo Camacho señala que este plato es el resultado de una modificación o sincretismo del plato principal que hacían preparar los españoles y criollos durante la época de la Colonia, en las fiestas de Carnaval, pero que el ingenio del mestizo hizo su propia versión y fue así como paso a paso se le fue agregando nuevos ingredientes.

Ya desde aquella época los españoles denominaban a este plato central como “puchero” refiriéndose a la mezcla de ingredientes que se servía.

Wilfredo Camacho asegura que en tiempos de la Colonia, Cochabamba era el centro de encuentro de algunas familias españolas; por lo general estas reuniones se realizaban en sus haciendas de campo y eran atendidos por experimentadas cocineras, las que posteriormente fueron modificando la receta en sus hogares. Es así como ellas fueron quitando o sustituyendo algunos ingredientes como ser la variedad de carnes, puesto que las más empleadas era la carne de oveja y menudencias de cerdo como ser el hocico y las orejas. El plato original tampoco incluía picante ni frutas.

“El aporte de los criollos es el ahogado de ají amarillo en el plato; además de la incorporación de las frutas de temporada”, señala. Esto debido a la abundancia de fruta que existía en el valle.

Asimismo el investigador afirma que ya desde el origen del plato era abundante, ya que se tenía la creencia de que en estas fechas se debe consumir para que todo el año no falte.

Cocina caliente

Cotidianamente la olla principal del puchero lleva -además de la base del caldo común-, el repollo, las frutas y las carnes. Las cuales al cabo de un par de horas de cocción comienzan a desprender olores especiales, anunciando de que es el momento ideal para sacar las carnes, sazonarlas y freírlas en sartén caliente.

Uno de los secretos del puchero es que se debe montar el plato con prontitud, porque debe ser consumido muy caliente.

De esta manera se logra que el ají exalte su sabor con el calor del caldo y logre que el plato sea insuperable en cada bocado.

EL PUCHERO y su feria

En 1990 un grupo de nueve cocineras encaró el reto de organizar la feria del Puchero, entre ellas Pascuala Medrano vda. de Laime y Juana Fuentes vda. de Vásquez, quienes llevan 22 años de actividad y además se convirtieron en las mayores expositoras del plato durante la feria.

Ambas coinciden al afirmar que la idea surgió de otra compañera de ollas, Flora Quinteros, quien coordinó con Julio Rocabado, un reconocido artista del charango actualmente fallecido, quien trabajaba en el departamento de Etnología y Folclore de la Oficialía Mayor de Cultura de la Alcaldía.

Desde entonces el festival creció tanto en número de participantes como de visitantes que poco a poco fueron trasladándose. Al principio se realizaba en el parque Arqueológico, luego en el parque Vial, la plazuela Cobija y finalmente en el parque Excombatientes.

lAS DAMAS DEL PUCHERO

Tanto Juana Fuentes como Pascuala Medrano tienen amplia experiencia en la preparación del puchero y pertenecen al grupo fundador de la feria.

Ambas cuentan con su puesto de servicio gastronómico dentro del Mercado 27 de Mayo, el cual se ubica sobre la calle 25 de Mayo entre Sucre y Jordán, y trabajan en el rubro desde hace más de 40 años.

“Yo empecé a trabajar en la cocina porque me gustaba. Siempre estuve detrás de mi mamá viendo cómo sazonaba sus comidas”, relata Fuentes, al mismo tiempo que explica que para ella no sólo es cuestión de aprender a cocinar sino de amar todo lo que implica el trabajo de la gastronomía.

De igual manera la ganadora del festival del puchero el año pasado, doña Pascuala asegura que no tiene ingredientes secretos y que ella considera que lo único que sazona su plato es el amor y el orgullo de satisfacer el apetito del comensal.

Ambas afirman que conocen todos los trucos para preparar este apetitoso plato de carnaval; y que antes en encender el fuego se encargan de la verificación y calidad de los ingredientes.

“Desde hace años que tengo proveedoras, de carne, papa, repollo y de todo, porque no es fácil comprar productos para preparar algo más de 600 platos para la feria”, asegura Pascuala. Es así como el sábado a las dos de la tarde ya tiene todo listo para inciar la primera parte del trabajo.

“Empieza pelando los garbanzos y las papas, lavando el repollo, pellizcando el chuño; además de hacer cocer carnes y preparar el ahogado. En fin todo aquello que pueda facilitar la tarea a la hora de cocinar”, asegura Rosario Laime, hija de doña Pascuala.

“Tengo a tres hijas que me ayudan, es un trabajo familiar, además tengo a otras ayudantes, porque una sola persona no puede con todo y más cuando se trata de preparar para muchos platos”.

Es así como el día de la feria, a eso de las cuatro de la mañana, las cocineras ingresan al mercado para encender las hornillas, más o menos un promedio de siete por lado. Para poder cubrir la demanda de ese día, utilizan tres cocinas más, explica Juana Fuentes.

Ambas cocineras han sido galardonadas con el primer premio de la feria del Puchero.

“En cuatro ocasiones gané el primer lugar, tres de ellos en años consecutivos”, asegura Juana, pero ahora ya no tengo tiempo para participar porque la fila es tan larga que primero debo atender a mis clientes; puesto que si no fuera uno de los mejores pucheros no estarían haciendo cola y con eso soy feliz”, finaliza Juana Fuentes.

Hoy que es el día de este plato, no desaproveche la oportunidad de acudir a la plaza Excombatientes para degustar “pucherito”, acompañado de toda su familia.


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El Jacha Anata de Huatajata

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El Jacha Anata de Huatajata visibiliza más la presencia de las mujeres aymaras en las bandas folklóricas

Periódico Digital PIEB •  Platillera Carnaval Periódico Digital PIEBDurante la fiesta del Jacha Anata o Carnaval Andino, es en el municipio de Huatajata situado a orillas del Lago Titicaca, donde más se visibiliza la presencia femenina aymara en las bandas musicales folklóricas, afirma el investigador Clemente Mamani.El comunicador social señala al Periódico Digital PIEB, que las bandas folklóricas musicales que tocan el día miércoles de cenizas en Huatajata, tienen una gran presencia de mujeres jóvenes aymaras. “A diferencia de las bandas citadinas que están conformadas por los clanes familiares; es decir, la tía la llama a la sobrina, a la hija a ser parte de la banda. En cambio, en el área rural las bandas son más comunales”, afirma.Mamani afirma que el hecho que las mujeres andinas se incorporen a las bandas folklóricas, es visto desde la visión rural como algo natural, es el chacha warmi, entendido como el proceso de complementariedad entre hombre y mujer, es el caminar juntos, “por tanto es un tema de género, no es mal visto, y en este proceso de cambio, la incorporación de las mujeres en diferentes ámbitos se da de manera paulatina”.Según el investigador del estudio: Las mujeres aymaras en bandas musicales folklóricas de La Paz, existe evidencia que en las costumbres ancestrales, era el hombre quien tocaba los instrumentos musicales andinos, y la mujer la que acompañaba con sus cantos, pero hoy en día, es ella quien también participa con la interpretación instrumental.Con la incorporación efectiva de la odontóloga, Ana María Álvarez como la primera platillera de la banda Pagador del carnaval de Oruro -hace 17 años-, se impulsó la participación y mayor visibilización de la mujer en la denominada “música de bronce”, señala Mamani. Su influencia motivó a bandas no solo de ese departamento, sino también de La Paz y El Alto a una mayor inclusión femenina a un rubro que antes era solo de varones.Sin embargo, el comunicador reconoce que a pesar de algunos esfuerzos por crear institutos y/o centros especializados para capacitar a las mujeres en el manejo de los instrumentos de bandas, estos no duraron, y terminaron siendo ellas las que se incorporen por cuenta propia a las comparsas, para aprender sobre todo a tocar platillos y trombones.“Más lo hacen por hobby que por profesión; eso les permite canchearse (ganar) unos 150 bolivianos por presentación, pero eso requiere que vayan bien uniformadas y deben estar en permanentes ensayos. Hay comparsas que siempre las van a requerir porque necesitan de la presencia femenina”, afirma.

A nivel urbano, dice que la fiesta grande de la Virgen del Carmen, patrona de la ciudad de El Alto –que se celebra el 16 de julio- muestra cada vez, mayor participación de femenina en las bandas, sobre todo, de mujeres bachilleres de origen aymara.

Contacto: clemeandeslaruta@yahoo.es

http://pieb.com.bo/sipieb_notas.php?idn=7742

© Los artículos difundidos por el Periódico Digital PIEB
pueden ser reproducidos total o parcialmente, citando la fuente.

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Puchero de Carnaval

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Foto Cristina Olmos

En carnaval el puchero es el plato  por excelencia. Contiene, principalmente, carnes que se deshacen en la boca,  arroz blanco y caldoso, frutas (manzanitas criollas, duraznitos y peras cocidas con cascara) verduras, ajis. Tengo el recuerdo del contraste de salados, dulces y picantes en el paladar que anunciaban la llegada del Carnaval y  la Cuarema.

De origen español, se lo come en toda america con diferentes  nombres y algunas variantes (Ropa vieja , Olla Podrida, Cocido). En Bolivia el puchero se transforma del plato corriente con el que se lo conocía, en un plato especial que se lo come 2 veces al año. Es un plato del sábado de carnaval; pero también es tradición comerlo el sábado anterior al Domingo de Resurrección. Cómo saber cuándo es sábado de carnaval y Sábado de Gloria?

El Concilio de Nicea estableció, en el año 325, la regla según la cual la Pascua se celebraría el primer domingo tras la luna llena que sigue al equinoccio de primavera (vernal) en el hemisferio Norte, equinoccio otoñal en el hemisferio sur. El carnaval es Es 50-47 dias antes de la primera luna llena del equinoccio otoñal en América del Sur .La fecha del carnaval tiene una relación directa con la fecha de la Semana Santa. Martes de Carnaval, o de “Challa” en Bolivia, es el día anterior a Miércoles de ceniza y el sábado de carnaval es el sábado anterior al Miércoles de Ceniza. Miércoles de Ceniza es el día de comienzo de la Cuaresma, 40 días antes del Domingo de Ramos, que es el domingo anterior al Domingo de Pascua; el Sábado de Gloria es el sábado que precede al domingo de Pascua. Unos dos tercios población son  católicos y la cuaresma es un período de 40 días durante cuales hay restricción a comidas basadas en carne roja. De ahí que proviene la palabra CARNAVAL. En Latín “carne levare” significa “quitar la carne”.No se consume carne los viernes de cuaresma.

Los lugares donde se comía el tradicional puchero en Carnaval  y Domingo de Gloria en la Paz era el Hotel Torino, sobre las calles Socabaya y Comercio.

Ingredientes: 

  • 1 kilo  de carne de ternera (preferiblemente pecho)
  • Medio costillar de cordero (la receta original habla de “espalda”)
  • 6 muslos de pollo
  • 500 g de garbanzos (en remojo desde la noche anterior)
  • 6 camotes
  • 6 chunos remojados  la noche anterior y lavados en varias aguas
  • 6 zanahorias pequenas
  • 6 peritas verdes
  • 6 manzanitas verdes criollas
  • 6 duraznos medianos
  • 1 repollo verde
  • ¼ kilo de tocino cortado en 6 porciones
  • 3 chorizos españoles partidos por la mitad
  • 1 cebolla
  • 2 Locotos
  • 1/2 taza de perejil picado
  • 1 rama de hierbabuena
  • 1 diente de ajo molido
  • 1 clavo de olor y un palito muy pequeño de canela
  • Una pizca de comino

Para la Chorrillana:

  • 1 cebolla en juliana
  • 1 tomate pelado
  • 1 pimento rojo
  • 1 taza de ají amarillo molido y cocido
  • 3 cucharadas de aceite de oliva

Para el arroz

  • 1 taza de arroz
  • 3 cucharas de aceite de oliva

 Preparacion

1.- Carne y condimentos: En una olla grande y a fuego medio calentar el agua y colocar las carnes y espumar antes del primer hervor. Añadir  garbanzos, cebolla, zanahoria, locoto,  y condimentos; cocer tapado a fuego lento hasta que suavice la carne (aprox. 2 horas). Media hora antes añadir el pollo, el repollo y los condimentos Quince minutos antes de finalizar la cocción incorporar el chuño remojado; luego de 10 min. incorporar el camote . Cocer hasta que el camote esté listo. Casi al final, colocar la cebolla verde picada. Probar la sazón. Retirar del fuego, escurrir el caldo a otra olla, donde se cocinarán las manzanas duraznos y peras.

2.- Ahogado de ají amarillo molido: Freir el ají e incorporar el caldo, salar a gusto, agregar cebolla y cocer unos minutos más removiendo.

3.- Arroz chaque: Calentar el agua mezclada con caldo y cuando inicie la ebullición añadir el arroz bien lavado. Una vez reventado el arroz agregar la sal y el aceite, removiendo para que no se pegue. Continuar la cocción a fuego lento hasta que adquiera la consistencia deseada (caldoso). Si es necesario aumentar más caldo.

Presentación:

Servir la sopa con el perejil en platos hondos. En cada plato hondo colocar camote, chuño, hojas de repollo, durazno, manzanita criollas, peritas verdes; colocar encima las carnes y bañar con un cucharón de arroz chaque. Cubrir con dos o tres cucharadas de ahogado de ají amarillo.

Cristina Olmos


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Sucre recupera en su Carnaval de antaño a la Chola y al “aljeri

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Sucre revivirá sus tradiciones añejas este sábado con la caravana de damas antiguas. Se repondrán la figura del “cargador” y la guerra con agua perfumada.

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Leny Chuquimia / La Paz
Este sábado, la ciudad de Sucre revivirá tradiciones añejas en su Carnaval de Antaño. Al ritmo de las estudiantinas, la Chola chuquisaqueña y el aljeri (cargador) serán los protagonistas de la fiesta en la que los niños retomarán la tradición del “chauchi” para recibir monedas de chocolate .
“Este sábado, vamos a tener la entrada del Carnaval de Antaño en Sucre,  con la que vamos a recuperar todas las tradiciones del Carnaval no sólo de Chuquisaca sino también de otros departamentos que ya han confirmado su participación. La Paz y Potosí van a estar mostrándonos su danza, música y costumbres”, señaló la secretaria edil de Desarrollo Humano y Social de Sucre, María Cristina Martínez, ayer en la presentación del festejo.
La autoridad explicó que en esta versión del Carnaval de Antaño se resaltará la imagen de la Chola chuquisaqueña para evitar que se pierda el donaire de personaje típico. Una caravana de carrozas, damas antiguas y otros personajes partirá el sábado a las 9:00 desde el palacete del Greo hasta la Plaza Central.
“Otro de los personajes que queremos recuperar es el quepiri o aljeri que era el encargado de llevar  todos los insumos carnavaleros, desde trajes hasta  bebidas. “Ellos acompañaban a los comparseros a las casas de las madrinas llevando en la espalda dos canastas con sándwiches de palta, confites,  licores de tumbo y leche de tigre, que son parte de nuestra la tradición culinaria”, relató Martínez.
No faltará la tradicional cueca chuquisaqueña y los  huayños interpretados por estudiantinas. También habrá grupos de sikuris compuestos  por jóvenes.
Agua perfumada y  “chauchis”
“Queremos recuperar la forma en que jóvenes y niños  jugaban con agua perfumada en épocas antiguas al paso de las carrozas.  Gritaban ‘chauchis, chauchis’ y desde éstas se arrojaban monedas de corte bajo”, contó la edil.
Martínez relató que para el Carnaval los jóvenes preparaban cascarones de huevo, vaciando el contenido cuidadosamente  a través de un orificio, para llenarlos  de agua perfumada y sellarlos. “Para mojar a las doncellas  se situaban cerca y reventaban en su propia mano estos cascarones  con respeto y galantería sin la rudeza que hoy vemos”, expresó.
Este año se recuperará el  “chauchis”   y repartirán monedas doradas de chocolate. “El Carnaval no era sólo de los jóvenes sino también de los niños por eso queremos que todos regalen y reciben monedas”, aseveró

http://www.paginasiete.bo/sociedad/2015/2/5/sucre-recupera-carnaval-antano-chola-aljeri-46309.html


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El Carnaval de Oruro

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El carnaval orureño es uno de los más espectaculares del continente sudamericano. Durante una semana, los habitantes de esta ciudad del altiplano sur de Bolivia salen a la calle ataviados con sofisticados trajes para homenajear a la virgen de Candelaria. Esta original festividad se manifiesta de una forma muy especial: La Diablada (danza de los demonios), que se ha convertido en la gran celebración anual de Bolivia. Se trata de una recreación del triunfo del bien sobre el mal, pero no se puede reducir a eso, ya que el festival está muy relacionado con los mitos y tradiciones tanto cristianas como indias. 

El origen de este carnaval procede de una antigua leyenda según la cual la Virgen de la Candelaria atendió en sus últimos momentos a un ladrón malherido en una mina que hay en la parte baja del cerro Pié del Gallo. Cuando los mineros encontraron el cadáver del bandido tenía una imagen de la virgen sobre su cabeza; hoy, la mina es conocida como el Socavón de la Virgen. Por entonces, los trabajadores mineros sólo tenían un día de descanso al año y lo hicieron coincidir con la Fiesta de la Virgen para bailar en devoción a ella y desahogar sus penas, así nació el carnaval de Oruro. El diseño y creación de los trajes de la Diablada se ha convertido en un arte en Oruro. Existen numerosos clubes de Diablada formados por grupos de entre 40 y 300 miembros de todo nivel de la sociedad orureña, patrocinados por empresarios locales, ya que los trajes pueden costar varios cientos de dólares cada uno. Los ensayos de estos bailes diabólicos comienzan el primer domingo de noviembre, varios meses antes de la llegada del carnaval.
Desde estas fechas hasta dos semanas antes del carnaval se celebran los sábados y domingos una serie de reuniones frente a la cueva de la virgen que van preparando el ambiente para la diablada. 

Un domingo antes del Carnaval, todas las sociedades folklóricas asisten al Segundo Convite a la Virgen, que en realidad es el saludo oficial de los danzarines y cofradías cuando todos los preparativos ya han sido concluidos. Este día, los bailarines ensayan la Entrada del Carnaval por la ruta establecida ante la expectativa general y la llegada a Oruro de los primeros turistas y visitantes. El Jueves de Comadres (ultimo jueves antes de la Entrada) y el viernes, se hacen las tradicionaleschallas de los parajes mineros, fábricas, centros de trabajo, mercados, oficinas y locales escolares.. Esta ceremonia ritual de contenido ancestral en la que se invoca a Pachamama (madre tierra), es completada con comidas y bebidas de toda índole, además de alegres sones de música nacional. El viernes por la noche se desarrolla una Gran Verbena Popular en el mercado Campero y a todo lo largo de la nueva Avenida del Folklore (antiguamente conocida como avenida 6 de Agosto). En la verbena participan las bandas de música que acompañarán al día siguiente a los conjuntos en la Entrada y otros grupos musicales y organizaciones juveniles. 

El carnaval propiamente dicho comienza el primer sábado antes del miércoles de Ceniza, con la gloriosa Entrada, un desfile de apertura encabezado por el personaje del Arcángel Miguel, ataviado con un impresionante traje lleno de brillo y color. Tras él, desfilan bailando los famosos demonios y gran cantidad de osos y cóndores. El diablo supremo, Lucifer, lleva el traje más extravagante. Fielmente, a su lado desfilan otros dos diablos, entre los que destaca Supay, el dios andino del mal, que habita las colinas y los pozos de las minas. La procesión va seguida de vehículos adornados con joyas y monedas, en conmemoración de los ritos Achura, en los que los Incas ofrecen sus tesoros a Inti (el sol), en el festival de Inti Raymi. Durante la procesión, los mineros ofrecen el metal de más calidad del año a El Tío, el personaje maligno que es propietario de todos los minerales y metales preciosos. La comitiva va seguida por los Incas y gran número de conquistadores, incluyendo a Francisco Pizarro y Diego de Almagro. Cuando el Arcángel y los demoníacos bailarines llegan al estadio de fútbol, una serie de bailes ponen en escena la última batalla entre el bien y el mal. Cuando es evidente que el bien ha salido triunfante, los bailarines se retiran al Santuario de la Virgen del Socavón, donde se promulga que el bien ha prevalecido. 

http://www.elalmanaque.com/carnaval/bolivia.htm


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Origen del Carnaval de Antaño de Oruro

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Cargamento de oro milenario y acémila ingresando por la Avenida Cívica

Todos o quienes se encargan de hacer estudios sobre el Carnaval de Oruro, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, siempre hacen referencia a su origen, en relación a leyendas y mitos, los principales y conocidos son: La Mitología del Carnaval de Oruro, El Nina Nina y El Chiru Chiru.

El término de las tres historias desembocan en que los mineros y el pueblo Uru, determinan vestirse de diablos, para escenificar el sometimiento de mal al bien, o en retribución al milagro de vida dado por la Ñusta al pueblo de los Urus, por haberlos salvado de las cuatro plagas enviadas por Huari, el semidios andino.

Es que a partir de ese momento, los sentimientos de los habitantes de esta región hacen que confluyan en un solo fin, la devoción a la madre de los mineros, la Patrona de los orureños, la Virgen del Socavón.

Aspectos que desde ningún punto de vista los deliberaremos, pero, queremos retrotraernos al Carnaval de Antaño de Oruro. Si bien no podemos precisar la fecha de su inicio, porque no existe un dato fidedigno al respecto, sólo podemos afirmar y con certeza que el Carnaval de Oruro tiene más de dos siglos de vigencia, si tomamos como punto de partida la aparición de la Virgen del Socavón en 1789, con las leyendas del Chiru Chiru y el Nina Nina.

Ese hecho corroborado por Manuel Vargas, quien en su nota escrita: “Oruro desfile de Tradiciones” y publicada en la revista Etnofolk de 1992 señala que el Carnaval se inició en 1789, con el culto a la Virgen del Socavón. De esta época datan dos tradiciones parecidas, lo que mencionamos antes, las leyendas del Chiru Chiru y el Nina Nina.

Se cree que a raíz de esos milagros, y después de casi un siglo de ellos, en 1881 se construyó el Santuario de la Virgen del Socavón. Porque antes era sólo una pequeña parroquia al pie del cerro Pie de Gallo, donde los devotos se reunían para rendirle pleitesía a la Virgen de la Candelaria, que estaba pintada en un lienzo y cuyo fresco data de la segunda mitad del siglo XVI.

En el Libro de Oro de las Crónicas del Santuario se lee: “Década 80 del siglo XIX. El presbítero Francisco Cárdenas promueve la construcción de una capilla más amplia entre los años 1881 – 1882. El presidente de la República, general Narciso Campero ayuda (?) en su construcción”.

Una construcción que resultó ardua, pero felizmente que culminó el ingeniero Julio Pinkas, quien fue traído desde el Brasil por el presidente de la República, Aniceto Arce, para que se hiciera cargo de varias obras importantes”, según se publicó en el artículo “Construcción del Santuario” escrito por fray Alfonso Masignani Ballico, en su libro: “La Historia del Santuario Virgen del Socavón”.

Pero, su origen puede ir mucho más antes, si tomamos en cuenta la Mitología del Carnaval de Oruro, con la aparición de las cuatro plagas al pueblo de los Urus y cuyos vestigios de tan maravilloso relato aún son evidentes en la ciudad de Oruro, al observar los restos de las cuatro plagas; la víbora, el lagarto, el sapo y las hormigas que un día invadieron este territorio, convertidas por la Ñusta en roca y arena.

Obviamente, el proceso para que llegue a consolidarse en la majestuosidad, como hoy conocemos al Carnaval de Oruro, fueron de muchos, pero muchos años.

Al margen del aspecto religioso, también tiene que ver aquí lo místico y lo andino, los rituales y otros aspectos espirituales, pero que no lo son todo. Es una simbiosis de lo religioso con lo pagano. Cultura más rica que no se la ve en ninguna otra parte del mundo, con estas características.

Queremos compartir el criterio de Edwin Guzmán Ortiz, quien en el artículo “El Carnaval Recóndito” que escribió para la revista “Etnofolk” del Comité Departamental de Etnografía y Folklore en 1992, establece:

“Si el Carnaval no es exclusivamente lo andino, sino enfáticamente además lo mestizo, eso que aludimos con el epíteto de “popular” cobra de pronto gran importancia. Además de la memoria larga del Carnaval, cuyas circunstancias se remontan a la colonia e incluso al periodo precolombino, la memoria corta forjada a principios de siglo (XX) nos proporciona un filón riquísimo de referencias que tienen que ver mucho con la identidad original de esta fiesta”.

Guzmán asegura que el Carnaval de Oruro tiene un origen social humilde y por ese factor es “grandioso” y “majestuoso”. Son los mineros y los gremios quienes se encargan de recrear a través de la danza su tránsito por la historia y la cultura.

“Los gremios de matarifes, veleros, cocanis y otros núcleos populares, a partir de la devoción hacia la Virgen del Socavón, cumplen la peregrinación en una entrada al Santuario desde las minas (San José e Itos) y pueblos aledaños como Machacamarca; este acto festivo devocional, es lo que se conoce como la “Entrada del Socavón”. Una fiesta popular colmada de fe”, dice Guzmán.

Sin embargo, a un principio los denominados “k’aras” o personas de la alta alcurnia, rechazaban esta manifestación cultural, prueba más clara de ello, son las publicaciones que aparecen en periódicos de la época, en la que se niega el ingreso de la Entrada por la Plaza 10 de Febrero, por una ordenanza municipal de los años 20 del pasado siglo. Por el contrario, en los medios impresos se criticaba el desorden y el paganismo de los “indios”.

Lo que se puede recuperar de esa época son fotografías que muestran cómo eran los trajes de los danzarines de antaño, que pese a la pobreza reinante, sus hábiles talentos en la confección de los trajes, dignificaban su devoción a la Patrona de los mineros.

“Sin bandas (de música), al son de aerófonos andinos hacían su peregrinación hacia la Virgen del Socavón, mientras en otros escenarios, los “havillés” y las noches venecianas del carnaval de la oligarquía se desbordaba en medio de champagne, coupletistas, vestidas de madame Adrianne y aedas perfumados en los salones del Edén y el Palais Concert. Obreros, mutualistas, artesanos, cholos libertarios y unas cuantas mujeres, jamás pudieron imaginar que su fervor al cabo de unos años, sería conocido en todo el mundo”, afirmó Guzmán.

Es por eso, y rescatando siempre los enunciados de Guzmán que hoy cuando vemos el lujo, la belleza de los artesanos plasmados en sus obras de arte, y el crecimiento que tuvo la Obra Maestra, no queremos recordar cuál fue el origen de tan grandiosa manifestación.

Mientras que Juan Carlos Paz, en su artículo “El Carnaval de Oruro” de la Revista Etnofolk de 1992, tras una entrevista realizada al danzarín de la Diablada Auténtica y conocido como el “decano de los diablos de Oruro”, Camilo Paz Díaz, enfatiza que los mineros fueron los primeros que le rindieron pleitesía la Virgen Morena del Socavón.

“El origen de esta festividad religiosa, arranca del temor que sienten los mineros dentro de la mina. Allí nace el respeto a la Pachamama (madre tierra) y el miedo a los accidentes que se producen en las labores mineras, el minero busca protección de la Patrona: La Virgen del Socavón”.

Paz afirma que los mineros fueron creadores de la entrada del Sábado de Peregrinación. Para ganarse los favores de “Supay” (diablo) se disfrazan queriendo representarlo, bajo la dirección del jefe. Luzbel (príncipe de las tinieblas). Mientras que el baile de la diablada, sería la danza de la redención, para llegar hasta los pies de la “Ñusta”, transformada en la Virgen del Socavón.

“De esto nace la entrada del sábado de Carnaval (antes denominada de esa manera, ya que a la fecha se estableció como la Entrada del Sábado de Peregrinación, por ser el motivo central de la fiesta devocional dedicada a la Virgen del Socavón) con comparsas de jóvenes entusiastas, que con el tiempo se agranda, la alegría crece en el pueblo, muestra interés de participar formando nuevas comparsas que contraigan entusiasmo creciente”, relata Paz.

En forma ya organizada, se forman varias instituciones folklóricas desde 1904, no cabe duda que una de ellas, sea la Gran Tradicional Auténtica Diablada Oruro (25 de noviembre de 1904).

Luego se organizan otros conjuntos como la Morenada Zona Norte, la Morenada del Sur, Los Negritos llamados en ese entonces como Tundiquis, “Los 12 pares de Francia”, que era un grupo que llegaba de Chuquicamata, frontera Chile – Bolivia, bailan en pareja, el varón vestía una camisa blanca con la manga doblada a tres cuartas, zapatilla y un pantalón negro corriente. El ritmo que ejecutaban era al estilo del vals. La mujer tenía un vestido largo y una túnica que le cubría desde la cabeza, quedando descubiertos sólo los ojos.

También se crearon los Tobas, la Llamerada, los Cullaguas, los Sicuris y otros.

ENTRADA

Cuando esta manifestación ya era aceptada por la burguesía y clases dominantes, la entrada de antaño era corta y recorría sólo algunas calles antes de ingresar al Santuario de la Virgen del Socavón.

Paz relata: “Los danzarines no uniformaban los pasos, después del domingo un diablo bailaba acompañado de una China, la cueca “Chaupinpi Misq’iyoj” (cueca mezclada con diablada); primero la cueca al pasar la primera de ésta, se introducía la diablada y luego se bailaba la “segundita” de la cueca hasta terminar)”.

Al retorno de la casa del pasante se bailaba en la Prefectura, allí se hacía una demostración de la coreografía de la diablada, como el ovillo, el relato y la estrella. Luego el prefecto invitaba a los danzantes, salteñas con cerveza. Luego los diablos bajaban bailando por la calle Bolívar, se iban a la casa del pasante, donde eran bien atendidos.

Más tarde, la Entrada del Sábado de Peregrinación fue creciendo y se desarrolló ya por la Avenida 6 de Octubre, como prueba de ello existe la letra de una diablada que dice “Por la 6 de Octubre, por la calle principal, todos a bailar, todos a cantar…”.

Para una mejor organización se derivó a la calle Pagador y con el paso del tiempo y después de varios experimentos, al fin se estableció el ingreso por la Avenida del Folklore, conocida también como la Avenida 6 de Agosto.


Diablos de Oruro de 1910
LA PATRIA, Carnaval de Oruro
  • El motivo: La fe a la Virgen del Socavón
  •  Se dice que su origen se remonta a 1789 con la aparición de la Virgen del Socavón en la Villa San Felipe de Austria
  • Por: Dehymar Antezana – Periodista

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Carnaval en Bolivia

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Carnaval en Potosi

El Carnaval comienza dos semanas antes, con la realización del Carnaval minero, cuando desde su imponente cerro “Sumaj Orcko”, los mineros bailan rumbo a la ciudad. También tienen lugar las Entradas de comparsas, el juego con agua y las fiestas privadas.

Al margen de la Farándula dedicada a los niños por la mañana y la Entrada de Carnaval en horas de la tarde del, lo central en los Carnavales de Potosí, está en los sectores rurales, donde tiene lugar la manifestación tradicional del agradecimiento a la Madre Tierra. En Cotagaita, Tupiza y Uyuni, la fiesta contiene elementos autóctonos de la celebración, pero también ha incorporado al sonido de las tarq’as y bombos, Comparsas y agrupaciones folklóricas, cuyos nombre han pasado a ser parte inseparable de los festejos, al tener más de cincuenta años de vida. La comida típica: chambergos tawa-tawas, sopaipillas y confites, además de la atención al visitante son sus aspectos más característicos.

Carnaval en Pando

Lo pintoresco del Carnaval pandino es la realización del Corso, abunda el juego con agua y las fiestas privadas, con una característica influencia cruceña, así como un poco de brasilera en su música. A pesar de ello la fiesta alcanza su máxima expresión cuando se procede a coronar a su Reina.

El Domingo de Tentación,  se tira al río Acre, un muñeco vestido de diablo.

Carnaval del Beni

El Corso de Carnaval y el ingreso de los Comparseros a la Plaza principal de Trinidad  es el atractivo principal, además del juego con agua.

Los benianos bailan en Carnaval al ritmo de taquiraris y chovenas, por las noches por el intenso calor veraniego, acompañan su festejo con chicha camba.

http://www.carnavaldebolivia.com/bolivia.php


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Imponente Carnaval Boliviano

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Muchos son los calificativos para el Carnaval en Bolivia. Grandioso, majestuoso, soberbio, maravilloso son algunos de los términos con que los testigos de esta fiesta generalizada manifiestan su impresión de una celebración que combina las costumbres ancestrales propias de cada región, departamento, ciudad y comunidad rural del país, con tradiciones europeas traídas durante la colonia.

La diversidad de opciones carnavaleras varía de acuerdo a la geografía y culturas de cada región. El carnaval andino se caracteriza por los rituales a la Pachamama y su manifestación es más autóctona que en los valles y en el sur, donde destacan el juego con agua y la elección de reinas. Si desea alejarse de la ciudad para estos carnavales sin dejar de lado el baile, la música de moda y la mojazón, puede participar en algunas celebraciones del interior de Potosí, Santa Cruz, Chuquisaca y Cochabamba; pero si busca algo más autóctono, con rituales y ofrendas a la Pachamama, su destino está en pueblos de La Paz y Oruro.

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La brillante riqueza folklórica boliviana, celebra los Carnavales con un ávido interés festivo, al extremo de anticipar las fiestas del calendario casi con dos meses o más, en los que esta celebración cobra creciente entusiasmo y alegría, diferenciándose esta festividad en el lado oriental por su algarabía y alta expresividad, con la del sector occidental del país, donde los entusiasmos no son tan exagerados, sino más bien cargados de una ritualidad, inscrita fuertemente en el pensamiento mágico.

Carnaval de Oruro

Declarado por la UNESCO, como Patrimonio Oral e intangible de la Humanidad, el “Fastuoso Carnaval de Oruro” se caracteriza por mostrar una vasta riqueza folklórica, que combina la danza y la música con la devoción a la Virgen del Socavón.

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Esta expresión folklórica aglutina la mayor muestra existente en toda Bolivia, con danzas como la Diablada, Morenada, Caporales, Tinkus, Llameradas, Sicuris, Incas, Antawaras, Tobas, Waca Wacas, Kullawadas, Pujllay y otras, cuyos integrantes, además de orureños, llegan desde todas las regiones del país, principalmente de La Paz y Cochabamba, así como desde el exterior, con el fin de expresar mediante la danza, su fe y devoción.

El Primer ensayo o “Convite”, conocido como “la Promesa” a la Virgen comienza a principios de Noviembre y sirve para abrir el Carnaval y formular un compromiso para bailar tres años consecutivos. Esta promesa se refrendará en el último “Convite”, que se realiza una semana antes del Domingo de Carnaval.

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Después de muchos años coincide la Fiesta en Honor a la Virgen de la Candelaria, (Virgen del Socavón) del día Sábado 2 de Febrero, coincide con el Sábado de Carnaval, que es cuando se realiza la Fastuosa Entrada de Carnaval, donde resalta el lujo y espectacularidad de más de 50 fraternidades. La fiesta se extiende hasta las primeras horas del día Domingo. Ese día se realiza “El Alba” o saludo a la Virgen por parte de los danzarines que, amenizados por sus bandas y reunidas las fraternidades en el Socavón, contrapuntean con acordes de las distintas danzas, mostrando la destreza y dominio de los instrumentos y la riqueza musical boliviana.

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En estas fechas Oruro recibe a más de 500.000 turistas nacionales y extranjeros y el movimiento que generará este flujo turístico asciende a cerca de 8 millones de dólares en cuatro días, (fuente Viceministerio de Cultura) beneficiando al comercio, transporte, turismo, artesanos bordadores y músicos del país.

El Carnaval de Oruro es una magnífica demostración del sincretismo religioso-pagano, manifestación de cultura viva y expresión folklórica de Bolivia, en la que participan jóvenes y viejos, sin distinción de clases sociales y colores políticos. La fuerte devoción religiosa convierte sus danzas en arte popular vivo.

Carnaval de Santa Cruz

Refleja el espíritu alegre del pueblo cruceño. Comienza un mes antes con las fiestas “precarnavaleras” en las que participan todas las comparsas juveniles encabezadas por su Reina. Una semana antes del carnaval se lleva a cabo el minicorso en el cual se realiza la proclamación de la soberana anual del Carnaval.

A partir del atardecer del sábado y hasta el amanecer del domingo de carnaval tiene lugar el deslumbrante Corso en el que salen a bailar por las calles alrededor de 300 comparsas. Las mismas recorren las calles de la ciudad al ritmo de bandas y “tamborita”. En el recorrido, el visitante admira un marco desbordante de lujo y colorido en hermosas fantasías, impresionantes carros alegóricos que transportan a las reinas y también percibe el intento por rescatar los motivos regionales y el respeto al medio ambiente.

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El espectáculo adquiere su máxima fastuosidad cuando ingresa la reina del carnaval cruceño con toda su corte constituida por los integrantes de la comparsa coronadora. En estas fiestas la mujer es la principal protagonista pues, al estar completamente disfrazada, hace de las suyas escogiendo pareja, coqueteando e invitando a bailar a los varones que asisten a dichas fiestas.

El público podrá apreciar que la entrada de los grupos está dividida en tres bloques folklóricos: regional, nacional e internacional. También participan de esta fiesta conjuntos típicos, entre los que destacan los de la Chiquitanía que entran acompañados de tamboristas al son de chovenas (ritmo oriental).

El frenesí continua el domingo, lunes y martes, días en que la población baila y se divierte en las calles céntricas de la ciudad jugando con agua, pintura y espumas, viviendo momentos de total alegría.

Carnaval de Tarabuco (Chuquisaca)

Festividad que manifiesta la virilidad de sus habitantes en la música, danza, colorido y canto. Tiene su origen en la epopeya del 12 de marzo de 1816, protagonizada por los guerreros indígenas que enfrentaron y derrotaron al ejército español realista de los “verdes” (el nombre se debe al color de sus uniformes) que les duplicaba en número.

La sátira al conquistador español se pone de manifiesto en detalles de la indumentaria que utilizan los bailarines en esta oportunidad: grandes espuelas y montera imitando el yelmo español.

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El Phujllay (significa juego) comienza con la celebración de la misa en quechua, continua con la entrada de grupos de bailarines a la plaza y la elección de la ñusta o virgen de la ceremonia ritual de la “pucara” -símbolo mágico y religioso-.

Terminada la danza ritual y luego de beber chicha y degustar platos de comida típica picante, los campesinos montan sus caballos y a los gritos de “Viva el Phujllay!” se alejan en busca de otras ofrendas folklóricas a la madre naturaleza, que consisten en alimentos (carnes, frutas, hortalizas, bebidas, panes) adornados con flores y plantas en un armazón en torno al cual se desarrolla la danza y la música.

Esta fiesta, que se lleva a cabo el segundo domingo de marzo, impresiona al visitante por la fuerza, colorido y belleza de la manifestación ancestral.

Carnaval de Tarija

La fiesta comienza con un mes de anticipación, con recorridos de comparsas y banda por las calles.

Faltando dos semanas para el carnaval, el día jueves hombres y mujeres transitan las calles de la ciudad con hermosas tortas adornadas con fruta de la temporada, dulces, flores, queso, etc.; todo esto en una gran canasta con globos y serpentinas. Se trata de la fiesta de “Comadres y Compadres”. El que recibe el presente se convierte en compadre o comadre y se compromete a acompañar en las buenas y en las malas a su nuevo pariente espiritual. Por las noches las mujeres de Tarija salen a la plaza a bailar con sus tortas. Las comparsas tienen la costumbre de llevar a la plaza al diablo enjaulado, donde es liberado con lo que se da por iniciada la fiesta.

Tarija es famosa por la belleza de sus mujeres. Entre ellas se realiza la elección de la Reina de Carnaval. Los habitantes organizan el Corso Infantil y el Corso de Mayores, el cual está lleno de colorido y alegría y se ve complementado con el Concurso Folklórico Campesino de Música y Baile. Posteriormente comienza el gran baile popular en la plaza principal en el que participan comparsas, pueblo y visitantes. Es interesante ir a los pueblos porque cada uno presenta sus manifestaciones folklóricas.

A comienzos de cuaresma, se entierra al diablo en una fiesta especial, evento único en que los tarijeños usan máscara; ésta es elaborada con cuernos de oveja, chivo o vaca imitando al diablo. Mientras un hombre abre el paso para el diablo, detrás va la “negra santera” pintando la cara de los curiosos con hollín. A ellos les sigue el diablo con los grupos carnavaleros.

Carnaval de La Paz

El Carnaval de La Paz se caracteriza por su variedad y colorido y por las distintas presentaciones que tienen lugar esos días de alegría. Comienza el Sábado de Carnaval con el Corso Infantil, para continuar el Domingo con la Farándula, donde se presentan gran cantidad de Comparsas principalmente de “Pepinos” —su personaje principal—, de orígenes mestizos, que desde el anonimato le pone el sello de la alegría en toda la época carnavalera. En las farándulas paceñas, participan distintas comparsas llenando de color y alegría las calles.

El “Pepino” (personaje que representa una sátira del arlequín español), quien con su mixtura, serpentina, harina y al son de sus alegres cascabeles inunda el ambiente carnavalero de algarabía; cubierto su rostro por el anonimato, toma por sorpresa al público al que moja, golpea suavemente con su “chorizo” (especie de garrote hecho de tela y relleno de esponja) invitando a bailar.

El día Lunes se realiza desde horas de la mañana el Jisk’a Anata (Juego pequeño, en aymara), donde participan agrupaciones folklóricas y grupos autóctonos de música y danza. El Martes está dedicado al encuentro con lo mítico y ritual, se realiza la tradicional “Ch’alla”, que es el agradecimiento por lo recibido de la Madre Tierra “Pachamama”, para el buen augurio en el año.

Al siguiente Domingo, tiene lugar la centenaria “Entrada de Domingo de Tentación” y el entierro del Pepino. A manera de cortejo fúnebre, el cuerpo del Pepino es llevado en hombros hasta ser depositado en el Cementerio General, de acuerdo a la costumbre. La música tradicional del Carnaval paceño, combina la música de Ch’uta o huayño suave, con estudiantinas y tarqueadas, que son propias de la estación.

El “Chuta” es gran animador de la fiesta quien, a diferencia del pepino solitario, se mueve al ritmo de las bandas de música acompañado siempre de sus dos mujeres (representando a la que dejó en el campo y a la que encontró en la ciudad). Lleva máscara de alambre milimetrado prensado en moldes de cobre y bronce, pintadas las mejillas rosadas y los ojos celestes. La ropa es la del antiguo pongo y “lluchu” (gorro) colorido.

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Pepinos del Carnaval Paceño.

El “Kusillo” es otro personaje que el visitante tiene que observar con atención: en su imitación del arlequín español, los aymaras representan a este bufón con un traje y careta confeccionados de paño de varios colores.

Junto a ellos se presentan otros grupos de disfrazados que dan rienda suelta a la imaginación y diversión con trajes de héroes y personalidades de la política nacional. En el Jisq’a Anata, fiesta en la que se conmemora la llegada de los primeros productos de la cosecha o de la producción agrícola andina, se baila la danza de los Qhanchwiris, acompañada de pinquillos, con ritmos de la tierra. Participan conjuntos como Kullawada, Morenada, Caporales, Sicuris, Saya Afroboliviana, Chutas, Moceñada y otros del folklore paceño y boliviano.

Fuente: Educa Bolivia


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Ciudadanía se alista a adquirir insumos para el martes de ch’alla

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Cientos de orureños se aprestan a vivir el tradicional martes de ch’alla, para agradecer a la madre tierra por sus bienes que serán adornados con serpentinas, mixtura, globos y flores sus casas, además de cohetillos con la esperanza de que estos bienes sean de mucha utilidad y duren bastantes años, para ello los comerciantes ya ofrecen una variedad de productos.Como todos los años, orureños y bolivianos en general, dan gracias a la madre tierra, por los bienes que tienen, además de adornarlos y echarles con alcohol o refresco, mixtura, confites, azúcar, flores y otros para que duren o les vaya bien, según explican las comerciantes además también se vende “mesas” dulces o blanca para rendir este tributo.”Aunque las tradiciones año tras año se van perdiendo, en el carnaval la gente todavía acostumbra celebrar como antes comprando diferentes productos, por ello nosotros, preparamos los confites, la mixtura, serpentina y otros, pero lo más adquirido son las flores”, afirmo la vendedora, Dora Soria.En los diferentes centros de abasto de la ciudad, se expenden confites cuyo costo de la libra es de 6 y 7 bolivianos, de diferentes colores sobresaliendo el blanco y el fucsia, que según cuentan las vendedoras es para atraer la salud y el amor en el hogar.Las serpentinas alcanzan un costo entre 130 y 140 bolivianos, la bolsa que contiene 130 unidades de serpentina.La libra de mixtura se oferta a 24 bolivianos, en esta época se utiliza mixtura de todo color. A esto se incrementan los adornos de plástico que se ponen en ventanas, techos y paredes de las casas, o simplemente sobre los autos y otros objetos que se quiera ch’allar.

El momento de la ch’alla debe ser a las 12:00 horas, y la familia entera al son de música carnavalera echa la mezcla de mixtura, confites y algunos pétalos de flores con azúcar a las esquinas de la casa y los techos asimismo el refresco, vino o alcohol para que todo el año la propiedad esté bendecida y protegida, lo mismo se hace con los otros bienes además de adornarlos con globos, serpentina y algunos arreglos de flores, y es muy común escuchar, a esa hora de cada martes de ch’alla el reventar de cohetillos y petardos.

COMIDA

La tradición de la ch’alla, también señala que se debe cocinar un plato especial para la Madre tierra o Pachamama, siendo el producto más cotizado por la población la carne de cordero y llama, otros prefieren la carne de cerdo o pollo, se acostumbra a asar estas carnes en horno o en parrilla, acompañado de papa, camote, oca, choclo, ensalada y plátano de freír.


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Comida boliviana: Un rico puchero Carnavalero

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1 kilo de pecho de

1 espalda de cordero

10 muslos de pollo

500 gr de garbanzo

10 papas medianas

10 zanahorias pequeñas

10 nabos pequeños

10 peras verdes

10 duraznos

3 cebollas

1 pimiento morrón

1/2 taza de perejil picado

1 tallo de apio

1 tallo de hierbabuena

3 dientes de ajo molido

1 cucharilla de comino

Para la chorrellana

3 cebollas blancas

2 tomates pelados

1 pimiento morrón

1 taza de ají amarillo

1 tallo de apio

5 cucharadas de aceite

Sal a gusto

Hierve cuatro litros de agua en una olla grande. Echa la carne de res previamente lavada, agrega los garbanzos y deja cocer durante dos horas hasta que quede suave.

Lava la carne de cordero y quítale los nervios antes de regresarla a la olla para que hierva una hora más. Añade el pollo, las cebollas cortadas largas y el morrón. Pica la hierbabuena y el apio al hilo. Añade las papas, peras, duraznos y manzanas con cáscara. Condimenta. Deja cocinar 30 minutos más, añade agua hervida si falta.

Paralelamente, en una sartén con aceite caliente, fríe la cebolla y el morrón ya picados en juliana. Agrega ají amarillo y sal a gusto. Deja cocer 15 minutos. Sirve la chorrellana sobre el platillo.

y para acompañar… Piña colada

1 1/2 oz. de ron

4 oz. de jugo de piña

1 1/2 oz. de crema de coco

1 guinda

1 pedazo de piña

Hielo

De sabor dulce y con un boquet tropical, la piña colada es el trago oficial de Puerto Rico. Su creador, Ramón Monchito Marreno, lo presentó en 1954.

En una coctelera o una licuadora con hielo mezcla el ron, la crema de coco y el jugo de piña hasta que la mezcla esté espumosa. Sirve en un vaso collins (largo) y decora con la guinda y el pedazo de piña. En algunos lugares se sirve el cóctel usando la misma fruta como copa.

Chef: Adán Vásquez.

Restaurante: El Arlequín (C/21 de    San Miguel ), al lado del Centro Moda-zona Sur.// La Razón


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Puchero cochabambino

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Esta sopa, que es una mezcla de sabores, contiene tres tipos de carnes: pollo, res y cordero, además de frutas como el durazno, manzana y pera, adicionando también verduras: zanahoria, papa, nabo, pimiento morrón, perejil y, si se desea, choclo. De esta forma el Puchero resulta un delicioso plato agridulce.

Para 10 personas

Ingredientes:

  • 1 Kilo de carne de res
  • 1 costilla de cordero
  • 1 pollo troceado
  • 1/2 kilo de garbanzos (remojados 24 hrs. antes)
  • 10 papas medianas peladas
  • 10 zanahorias pequeñas
  • 10 nabos pequeños
  • 10 peritas verdes
  • 10 manzanitas verdes criollas (si desea puede añadir plátano verde o duraznos)
  • 3 cebollas
  • 1 morrón
  • ½ taza de perejil picado
  • 1 tallo de apio
  • 1 tallo de hierbabuena
  • 3 dientes de ajo molido
  • 1 cucharilla de comino
  • 3 cebollas blancas
  • 2 tomates pelados
  • 1 morrón
  • 1 taza de ají amarillo molido y cocido
  • 5 cucharas de aceite
  • Sal a gusto

Preparación

  1. En una olla grande hacer hervir 3 a 4 litros de agua colocar la carne de res (bien lavada), junto a los garbanzos, cocinar durante 2 horas.
  2. Lavar y quitar los nervios a la carne de cordero, echar a la olla y hervir 1 hora más.
  3. Añadir las presas de pollo, las cebollas cortadas largo, igual el morrón, picar la hierbabuena y el apio, añadir los ajos, cominos, sal a gusto, las papas peladas, las peritas y manzanas con cáscara.
  4. Cocinar 30 minutos más (el total de tiempo de cocción en la olla grande es de 3 horas y media, añadir agua hirviendo a gusto).
  5. Preparar la chorrellana en una sartén o perol en aceite caliente. Freír las cebollas largas, morrón igual, tomate picado, sal a gusto, y finalmente el ají amarillo molido precocido.
  6. Cocinar de 10 a 15 minutos.

Servir la sopa con perejil en platos hondos grandes con una presa de pecho de res, una presa de cordero, un muslito de pollo, zanahoria, nabos, perita, manzana, rociar con garbanzos y encima de todo, la chorrillana.

http://cochabambabolivia.net/puchero


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El puchero cochabambino, lo más saboreado en carnaval

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TRADICIONAL. El preparado cochabambino añade el arroz q’eta. - Redaccion central La Prensa

TRADICIONAL. El preparado cochabambino añade el arroz q’eta. – Redaccion central La Prensa

La delicia cochabambina es el plato favorito durante los días de festejo carnavalero.

Si se habla de gastronomía carnavalera, el puchero es uno de los platos que se prefieren a la hora de servirse sobre la mesa. La preparación cochabambina consiste en una sopa con tres tipos de carnes, en la cual además se incluyen verduras y frutas, lo que la convierte en un potaje con varios sabores.
Variedad de sabores. Es común que el preparado de la sopa incluya tres tipos de carnes: de pollo, res y cordero, además de frutas, como el durazno, manzana y pera, y verduras, como la zanahoria, papa, nabo, pimiento morrón, perejil y, si se desea, choclo.
En el caso del puchero cochabambino, las hojas de repollo resaltan en el platillo juntamente con el arroz q’eta que viene acompañado con garbanzos. Finalmente, este preparado está acompañado con papas cocidas.
En general, el puchero se caracteriza por su contraste de sabores salados, dulces y picantes en el paladar.
Según cuentan las cocineras de los mercados populares, “el puchero sólo se come una vez al año, y la elaboración y la mezcla de los ingredientes se complementan con el calor del verano, los juegos con agua, los disfraces y los bailes”. Por lo que se acostumbra comerlo mayormente en las fiestas del Carnaval.

140 concursantes hubo en la Feria del Puchero que se realizó en Cochabamba hace cuatro días.

3  horas es el tiempo de cocción de las carnes y media hora el del resto de ingredientes.

El platillo de la diversidad. A decir del escritor Carmelo Corzón, el puchero no sólo mezcla carnes, verduras y frutas, sino sabores que podrían significar la diversidad de razas y culturas que están unidas en Bolivia. Sin embargo, identifica a ingredientes comunes a las carnes de chancho, vaca, cordero, pollo, pescado y conejo, y éstas estarían acompañadas por ensaladas, zarzas, papas, tuntas, cayas, ocas, duraznos, manzanas, uvas, lujmas y peras.

NUTRITIVO Y DELICIOSO

Al ser preparado con verduras y frutas, el puchero es un concentrado de varios sabores. La siguiente es una receta de La Paz.

 Ingredientes
1 kg de carne de res (pecho)
1 espalda de cordero
10 muslitos de pollo
10 papas medianas peladas
10 zanahorias pequeñas
10 nabos pequeños
10 peritas verdes
10 manzanas verdes criollas
3 cebollas
1 pimiento morrón
Repollo, perejil, apio y ajo
 Preparación. En una olla grande, hacer cocer la carne de res durante dos horas. Añadir la carne de cordero, los muslitos de pollo y el repollo, las cebollas y el pimiento morrón cortados a lo largo. Poner ajo, comino, sal, papas peladas, peras, zanahorias y manzanas. Cocinar 30 minutos más. Servir con perejil picado. Si se desea, acompañar con choclos.

http://www.laprensa.com.bo/diario/entretendencias/estilo-de-vida/20130207/el-puchero-lo-mas-saboreado-en-carnaval_43154_69271.html


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Ch’alla de Martes de Carnaval

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Les comparto este articulo muy descriptivo del rito de la Ch’alla del martes Carnaval, publicado en el Periódico La Razón.

La ch’alla debe ser dulce, ruidosa, colorida y abundante
(La Paz – La Razón) 

Este rito prehispánico, propio de la Anata o tiempo de abundancia de la cosecha, representa el acto de devolución que hace la persona a la Pachamama por los bienes recibidos. Hoy se practica en el campo y las ciudades.

“Llevate caserita cositas para ch’allarte, para que le agradezcas a la Pachamama”, grita Nilda Fernández a todo aquel que pasa por la calle Illampu, al oeste de La Paz. Aquí, cada año se vende variedad de productos para cumplir con el tradicional rito de martes de Carnaval.
La palabra ch’allar significa en aymara “rociar”. Es la acción humana de echar o regar, sobre la tierra o bienes materiales, elementos simbólicos como un gesto de retribución y gratitud hacia la madre Tierra (Pachamama).
Este ritual andino de origen rural tiene orígenes prehispánicos. Es una forma de relacionamiento social entre el Jache —la persona— y la Pacha, la madre Tierra. Ella es parte fundamental de las creencias del mundo andino, donde todas las cosas tienen vida y por lo tanto el ser humano debe mantener un fuerte contacto con ella.
La ch’alla es una tradición que del área rural pasó a la urbana andina y de allí a todo el país, gracias a las migraciones.

Mesa dulce o blanca • Lleva pastillas
Hay que quemar todo • La mesa se quema antes de ch’allar la casa. Puede ser el lunes por la noche o temprano el martes de Carnaval. Antes de ponerla al fuego se debe abrir la nuez; si está blanca se la ch’alla con alcohol y vino; si está negra se la ch’alla con cerveza.dulces de diferentes formas (luna, estrella, etc.) y confites. Atrae suerte y dinero. Una figura grande representa la casa, hay vegetales como la alpinica, bolabola, wirakoa, nuez, un feto de llama y vino indio para calmar la sed de la Tierra.

Leer la suerte • La ceniza que queda, si es blanca significa buena suerte para todo el año y se la debe guardar en una esquina de la casa, debajo de
la tierra o en una maceta. Si es negra se la tiene que botar a la basura para que la mala suerte no afecte a la familia.

Lo que se necesita para una ch’alla completa que complazca a la Pachamama

La Anata en el campo y el Carnaval citadino comparten tradiciones como esta de la ch’alla. El rito nacido en el campo llegó a las ciudades y de éstas retornaron costumbres en un diálogo enriquecedor. Por eso, en la ciudad se busca el vino de indio y en el campo se usan cohetillos. Milton Eyzaguirre explica los significados de cada elemento.
Serpentinas
Es un elemento decorativo que de la ciudad llegó también al campo. Se usa para más volumen a las cosas que se ch’alla. Se usa el lunes y martes de la Jiska y la Jacha Anata.

Pétalos multicolores
En la ciudad nació la costumbre de usar mixtura. Pero, se dice que trae mala suerte, pues el viento se la lleva. Es mejor usar pétalos: se rodea la casa
y se ponen en las esquinas.

Flores
Además de usar pétalos de hortensia, pompones y retamas, se aconseja colocar retama en un florero. Es de buen augurio y elimina los elementos negativos de la casa.

Confites
Los pequeños de colores alimentan a la Pachamama, pues ésta necesita elementos dulces. Se echan en la tierra y en el tejado de la casa.

Cereales
Habas, quinua, arvejas, choclo, nueces, lentejas y trigo se riegan para que se multipliquen el dinero y la comida. Dorados y plateados son ya innovaciones. En el sur del país se usa la haba seca.

Banderines
Sirven para que la casa y las movilidades tengan una vestimenta multicolor. Antes se hacían de papel
de seda, hoy son de nylon. Es probable que llegaran de México, donde los filipinos dejaron su arte.

Cohetillos

Costumbre occidental ya arraigada. En el campo sirven para llamar a la gente a unirse a la ch’alla. El ruido despide a los muertos que desde el Día de Difuntos están en el Manka Pacha.

Globos

Los grandes sirven para las cuatro esquinas del tejado y los delgados y largos son el adorno del resto de la casa. En el campo se enflora a los animales, pues el colorido es parte de la abundancia.

Vino
Calma la sed de la Pachamama. Unos dicen que tiene que ser de uva pura sin ninguna mezcla. Otros hablan del vino de indio que es un preparado de tintes y no se toma. No tiene alcohol.

Alcohol
Se usa al final de la ch’alla, cuando la Pachamama recibió las muestras de agradecimiento. Se echa en las cuatro esquinas invitando a beber a la Madre Tierra y pidiendo permiso para el festejo posterior.

Cerveza
Se la toma después de realizar la ch’alla junto a la comida. Tienen que tomarla todos los asistentes. También se la derrama en forma de chorro. Cuanto más espumante, mejor augurio.

Comida
Se acostumbra comer en abundancia. El puchero, el zonzo, el asado de chancho, el saice son algunos platos tradicionales por regiones. En el campo, el aptapi es el aporte de toda la comunidad.

Q’OWA

La Q’owa es un ritual, y parte de la tradición andina y  milenaria de Bolivia, que en la actualidad se la practica en los valles y el oriente boliviano. Los elementos de la preparación, dependiendo del caso, tienen  una serie de hierbas y elementos específicos, que son significativos. El significado puede variar en cada caso, pero el fondo principal de la q’owa es el de presentar una ofrenda que sea agradable a los espíritus milenarios que rigen estas costumbres, principalmente a la Pachamama  (Madre Tierra). Dicha ofrenda tiene como fin recibir la protección y bendición de las divinidades. Es un proceso de reciprocidad: nosotros damos alimento a la Pachamama, mientras que ella nos protege y ayuda con la familia, el amor, el trabajo y los negocios. El día ideal para realizar la q’owa es el primer viernes de cada mes, al igual que el martes de carnaval; pero se puede ver el ritual todos los viernes, en las casas, negocios desde cafés hasta empresas constructoras. Aunque mucha gente diga que no cree en las tradiciones andinas, la gente que realiza la q’owa se ha incrementado en los últimos años, tal vez para no dejar de lado una posibilidad más de suerte en el trabajo o los negocios.


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